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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

¿Hasta cuándo….?

02 de julio de 2019

Una de las leyendas de la entonces conventual ciudad de San Francisco de Quito, relata las andanzas nocturnas de un fraile, que se escapaba y buscaba formas de escabullirse de sus obligaciones, de los rezos y también de la natural contención que deberían tener las personas dedicadas al culto y enfatiza en la intervención divina que se trasluce en la pregunta: ¿Hasta cuándo Padre Almeida?.

Este fragmento de leyenda viene bien para enfatizar en la necesidad de que las numerosas y continuas denuncias de corrupción tengan como objetivo central, además del castigo a los delincuentes, a quienes defraudaron la fe pública, en su calidad de funcionarios de gobierno, un verdadero énfasis en la recuperación de los dineros robados o mal habidos.

Las denuncias son estruendosas y engloban montos elevados, además de que no pasa un día sin que salte un nuevo escándalo en el que están de por medio miles de millones de dólares, con evidencias que se corroboran por las delaciones premiadas, por testigos de primer orden, por el cruce de la información muchas veces generada en el exterior.

Lo grave es que hasta ahora las autoridades competentes no han podido rastrear el curso del dinero, ir hacia los paraísos fiscales que parecen era el destino de muchos de los vuelos de los aviones presidenciales en la dorada época de la década perdida. Estas situaciones desestimulan a quienes persiguen los delitos, hacen que la credibilidad se pierda, que la gente empiece a acostumbrarse como algo usual a la corrupción y piense que es cierto aquel dicho popular de “roba pero hace”, con el consiguiente descalabro de los valores y de la ética en toda una sociedad, sobre todo entre los más jóvenes que empiezan a ver como natural el robo, el despilfarro, el desfalco, el enriquecimiento a costilla del erario nacional.

La lista de los delincuentes, en su mayoría altos funcionarios de gobierno y su parentela, es enorme, muchos de ellos se han fugado ya del país, debido a las tardías órdenes de prisión. Hay unos pocos presos quienes tampoco han develado dónde está el dinero fruto de esa misma corrupción que, en algunos casos, confiesan haber cometido.

El ¿hasta cuándo? se impone, ya que la paciencia ciudadana tiene un límite. Si es necesario se deben hacer las contrataciones internacionales de expertos que ayuden a ubicar y a recuperar los dineros fruto de la corrupción. El pueblo ecuatoriano se merece respuestas claras y acciones concretas. (O)

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