Estamos destruyendo al mundo por nuestra racional decisión de priorizar nuestros mercados y nuestra comodidad.
Esa ha sido la tónica de los últimos cien años. Hemos creado una maquinaria industrial capaz de consumir absolutamente todos los recursos a su disposición. Y esa maquinaria industrial ha “plastificado” el mundo y nos ha llenado de todo tipo de artículo novedoso cuyo rango de vida no supera el año, que terminas botando al momento que aparece uno más novedoso y nos creemos ecologistas porque lo botamos en la basura (a veces hasta separamos los desperdicios). Después vendrá el camión de la basura y lo enterrará todo mezclado en alguna comunidad rural.
Y las ciudades están abarrotadas de autos. Nos quejamos de que el tránsito en Quito es inhumano, la ciudad se colapsa cada tanto con todo y “pico y placa”, pero no nos dejamos intimidar por ese denso amanecer capitalino, una rara mezcla entre neblina y CO2. Me estremeció leer que en Santiago de Chile se decretó una preemergencia ambiental. Me estremeció que haya sido la segunda del año. Para resolver la emergencia se decretó la prohibición de circulación de carros, el cese de funciones de fuentes fijas industriales, encender todo tipo de calefactores y hasta se suspendieron las clases de Educación Física. Santiago es la segunda ciudad más contaminada de América, después de México DF.
¿Llegaremos algún día a esos niveles? Parecería que sí. El parque automotor de Quito es de cerca de medio millón de autos y lo que nos sigue preocupando es la movilización. Sí, es un desastre manejar en Quito. Pero las consecuencias de medio millón de autos que “se arreglan” para pasar la revisión de emisión de gases son devastadoras. Son Santiago de Chile. Son México DF. Entonces aquel Sumak Kawsay del que tanto se habla en la Constitución debe ser efectivamente reflejado en nuestras propuestas como sociedad. Al final, los afectados somos nosotros.
Entonces la propuesta es una política pública enfocada hacia ese respeto al medio ambiente, son cumbres sobre el medio ambiente y charlas magistrales con Al Gore, es un ciclopaseo, es enjuiciar a Texaco por los daños causados en el Oriente. Todo eso está bien. Pero resulta insuficiente. Debemos hacer un mea culpa, entender nuestro papel (el más importante de todos) dentro de este círculo de contaminación, encontrar los mecanismos (o asirnos de los mecanismos existentes) y entender la destrucción de nuestro medio ambiente como un harakiri generacional.