La III Asamblea General de la Asociación Médica Mundial, reunida en Londres en octubre de 1994, estableció los principios éticos básicos, con los cuales se da cumplimiento a las exigencias de un Código de Moral Internacional, denominado de “Ética Médica”.
En él se hace notar que el profesional que eligió las carreras biomédicas, para ejercerlas en el marco de una sociedad, jamás podrá evitar la responsabilidad legal de generar el clima y la acción para aliviar las dolencias de sus semejantes, de igual manera no tendrá por qué eludir sus desaciertos por una ineficiente conducta, no solo en el campo de la salud, sino también en la vida ciudadana.
El saber, las técnicas de la medicina para el galeno que las ejerce deben ser prudentes, cuidadosas y responsables, en cualquier acto profesional, ya que la vida humana de muchos es entregada a sus cuidados.
Por todo ello hay que solventar en nuestra patria –ahora que hay un gobierno responsable por el bienestar de los ecuatorianos- un sistema que sea capaz de manejar mecanismos para reducir las posibilidades de actitudes y comportamientos negligentes o de cuestionamientos nocivos en la relación médico-paciente-familia, y así lograr que el trabajo científico y humanitario del personal médico y paramédico conlleve la realización de una gran gestión que permita minimizar los efectos perniciosos causados por la impericia o el descuido en la asistencia.
Por ello es fundamental el cambio de mentalidad de las nuevas generaciones de los discípulos de Hipócrates, sustancialmente en todo aquello que hace referencia con los deberes y los derechos de los enfermos. Las organizaciones académicas formadoras, las estructuras jerárquicas de la institucionalidad de salud, deben insistir en el trato amable y solidario, eficaz y eficiente, con calidad y calidez, con el que se debe construir la nueva arquitectura del novísimo sistema de salud del país.
En mi modesto criterio, las políticas de atención médica para la población ecuatoriana deben tener tres pilares:
1.- La prevención, en un proceso permanente de control y supervisión biomédico a la mayoría de los habitantes de la nación.
2.- La pertinente identificación de la exigencia del doliente y su anamnesis debe ser prioritaria, para que de esta forma se maximice la efectividad profesional y se reduzcan enormemente los márgenes de error.
3.- La atención inmediata frente a enfermedades de riesgo o de alto riesgo.