Es imposible enumerar los aportes con que cada pueblo ha contribuido al desarrollo de la humanidad, pero se los puede resumir en: Adquirir el conocimiento para mejorar el mundo. La ciencia inició su crecimiento sobre la base de este viejo paradigma.
Pero obliga a repensarlo todo el fracaso del actual modo de producción: Maximizar las ganancias en el mínimo tiempo posible, sin considerar los intereses de las demás culturas y especies y, menos todavía, las necesidades de las generaciones venideras. El modelo basado en el consumo nos induce a todos a vivir en este torrente contagioso, muy difícil de eludir.
Este sistema, que permite acumular las riquezas en muy pocas manos no sirve, porque al mismo tiempo la inmensa mayoría de la humanidad sobrevive en condiciones precarias y la naturaleza se extingue.
En este método triunfa el que se apropia de los recursos naturales a como dé lugar. Esta apropiación es suicida y conduce al colapso, pues se explota ilimitadamente un planeta evidentemente limitado y nos conduce por un camino que elimina al homo sapiens.
La crisis actual obliga a repensarlo todo, a cambiar de rumbo si se quiere evitar lo peor, el colapso de la civilización. Los especialista no aciertan y las explicaciones y las recetas que formulan carecen de objetividad, pues se enmarcan dentro del esquema de ciclos de depresión seguidos de etapas de abundancia, per saecula saeculorum.
Esta visión corto pensante impide a sus autores darse cuenta de que la Tierra se encuentra al borde de su capacidad de sustentación y ya da señales de no soportar más la carga; pero ellos, enceguecidos por el dogma neo liberal vigente, no ven que el mundo entero se derrumba y que se requiere formular un nuevo paradigma que salve a la especie y, por ende, al planeta que habitamos; pues sólo entonces podrá haber futuro para todos.
Hay que tener inteligencia y comprender que es insostenible el desarrollo basado sólo en el crecimiento material, ya que consume los recursos de la naturaleza por encima de su capacidad de reposición. Es hora de redefinir el lucro, el bien común, el beneficio individual y todo aquello que nos ha traído hasta el lugar en que nos encontramos.
Hallar un nuevo paradigma que conlleve el respeto a la naturaleza y a la biodiversidad, debe hacer factible una mejor calidad de vida, sin derrochar nada, y expresar sencillamente: Emplear nuestra inteligencia en la conservación del planeta y liberar a la ciencia del actual poder que destruye al hombre y la naturaleza.