Es bueno repensar las ciudades como espacios urbanos que cobijan a la mayoría de la población ecuatoriana. En el caso de Quito, capital de la República y Patrimonio Cultural de la Humanidad, un nuevo desafío se cierne: la circulación del Metro, que cambiará no solo la fisonomía de la ciudad sino transformará los comportamientos ciudadanos. ¿Estamos preparados?
La creación de una “cultura Metro” está entonces a las puertas. Y depende no solo de una campaña sino de mucho más: de un proyecto integral de movilidad, que articule el espacio urbano, las necesidades de la gente, la seguridad humana, la educación vial y la sostenibilidad donde el mayor interés sea, precisamente, el servicio público y no el lucro. No olvidemos que el Metro es el resultado de un complejo sistema de planificación, negociación, financiamiento, construcción y operación bajo estándares y regulaciones internacionales. En esencia es un servicio de transporte que merece Quito, y debe ser pagado mediante un pasaje adecuado y en lo posible no subsidiado, según los expertos.
La “cultura Metro” debería contener varios ejes: 1) la información turística de calidad sobre Quito y el Ecuador en varios idiomas, como acontece en los Metros del mundo, con puntos de información calificada. 2) La señalética, ahora integrada a las redes sociales y la Internet. 3) La educación y urbanidad, a través de sistemas que respeten la condición humana, el trato preferente a los niños, mujeres y personas de la tercera edad. 3) La seguridad –con gente de uniforme o de civil-, que garantice la movilidad, la vida y el respeto a todas las personas, sin excepción; 4) La higiene y buenas costumbres: prohibición absoluta de ventas ambulantes, grafitis, pancartas políticas o publicidad no autorizada. 5) Pasajes que cubran no solo las distancias que recorra el Metro sino los troles y alimentadores, de tal manera que los ciudadanos pueda acceder a los cuatro puntos cardinales de la ciudad; 6) programas de lectura con autores nacionales y extranjeros, entre otros.
La “cultura Metro” puede trabajarse a través de sistemas presenciales y virtuales, que enseñen mediante aplicaciones específicas las formas de actuar accesibles a la gente. Porque el Metro será la nueva vitrina de la “carita de Dios”.