El juego del calamar sería la serie de Neflix más vista de la historia. Su sinopsis es simple, cientos de personas que arriesgan su vida en varios juegos de supervivencia para lograr un premio que les permita salir de la marginalidad.
La producción es irónica y violenta; y, puede ser una buena parábola del Ecuador del Gobierno del ¨encuentro¨.
En el editorial de la semana pasada había advertido que el proyecto de Ley Orgánica de Creación de Oportunidades, Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal presentado por el presidente de la República Guillermo Lasso de inicio era inconstitucional. La propuesta de 335 artículos, 11 disposiciones generales, 15 disposiciones transitorias y dos disposiciones derogatorias reformaba más de una materia.
En este sentido, era previsible que la Asamblea Nacional devuelva el proyecto de ley para que, una vez subsanado, pueda ser presentado nuevamente.
Más allá del tema jurídico, el parlamento creó una oportunidad para que un Gobierno carente de condiciones de gobernabilidad y una mayoría legislativa afín; y, cerrado a dialogar política y socialmente, renueve sus rostros visibles y poco estratégicos; y, busque alcanzar grandes acuerdos nacionales frente a la crítica situación que enfrenta el país.
No obstante, parece ser que el Gobierno del ¨encuentro¨ pretende arriesgar y jugar su supervivencia. Sus voceros como Alberto Dahik o el asambleísta Fernando Villavicencio no han tardado en anunciar que el parlamento no puede, supuestamente, bloquear la iniciativa del presidente de la República y, tratándose de un proyecto de ley calificado de urgencia en materia económica, un plazo de 30 días estaría corriendo para que Guillermo Lasso ordene su publicación en el Registro Oficial aún sin ningún debate.
En este escenario, en el plazo legal, el presidente de la República tampoco remitió la nueva proforma presupuestaria de 2021 y la programación cuatrienal 2021-2025.
Este juego del Gobierno del ¨encuentro¨ puede ser mortal. No solo porque está tensando la cuerda en el campo institucional sino porque intentar promulgar una ley, cuya reforma laboral es un retroceso y cuya reforma tributaria es inequitativa, es violento; más aún, en estas horas en que vivimos la incertidumbre de la inseguridad y la indignación de conocer cuales son los líderes mundiales que esconden sus fortunas para no pagar impuestos, entre ellos, el presidente de la República Guillermo Lasso.