El mensaje final de la película aclamada y taquillera de El Guasón del director Todd Phillips, coincide con las funestas declaraciones de Diosdado Cabello y Nicolás Maduro. En el caso del filme, el antihéroe termina liderando de manera involuntaria un movimiento social de destrucción y caos. En el caso del dictador venezolano, pretende liderar una revuelta que agudice las “contradicciones de clase”. Diosdado Cabello se adjudica la paternidad del caos y la anarquía producida por una brisa pensada desde el Foro de Sao Paulo.
Al igual que la película El Guasón, la revuelta social se presta, a dos interpretaciones: acaso levantamiento indígena ¿es realmente una expresión de protesta del indigenado o acaso es el resultado de una macroestrategia enquistada en el conflicto de las potencias mundiales? Venezuela sería el enclave geopolítico en la región a favor de Rusia y China.
En el caso del Ecuador, el Foro de Sao Paulo estaría protegiendo y socapando a los líderes de la Revolución Ciudadana. Para Chile, su objetivo sería asestar un golpe mortal al corazón del neoliberalismo en América Latina. La brisa bolivariana incendió con turbinas de alta potencia el estallido social de los estudiantes chilenos y el de los indígenas ecuatorianos.
Prometen destruir todo el sistema capitalista y en un ejercicio de palingenesia, ver renacer de las cenizas, el socialismo del siglo 21.
Lo vivido responde a una estrategia de guerra de guerrillas. Quito y Santiago fueron incendiados. Los dos presidentes dieron un paso atrás. Sin embargo, el nivel de violencia no decayó, dejando en evidencia que la estrategia bolivariana es de más largo alcance.
Se trata de volver al modelo fracasado el socialismo en la Unión Soviética y en Cuba. O inclinarse por un modelo más liberal como el del Premio Nobel Angus Deaton, que poniendo como ejemplo a China, sostiene que paradójicamente, la salida de la pobreza implica necesariamente la generación de ciertas desigualdades. (O)