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El Telégrafo

Grecia: Moratoria y crecimiento o recesión

18 de julio de 2011

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ha señalado referente a la crisis griega que es un error aplicar un ajuste recesivo, una medicina que no dio resultado en su país. La solución que aplicó en  2001  fue declarar una moratoria de su deuda externa, renegociación de la misma a un cuarto de su valor y aplicación de medidas que alentaron la demanda agregada con lo cual se retomó la senda del crecimiento económico.

El problema de Grecia es de solvencia y no de liquidez. El primer paquete de rescate de mayo de 2010 proporcionó un crédito de 110.000 millones de euros y aplicó un ajuste con alza de impuestos, recorte de personal del sector público y reducción de gasto social. Ahora, un año después, debido al impacto recesivo del ajuste, no ha podido generar  ingresos fiscales suficientes para pagar la amortización del crédito.

De nuevo, la troika europea (FMI, BCE y CE) quiere aplicar un segundo rescate con la misma medicina agravando la recesión. El objetivo es que, a toda costa, Grecia pague la deuda aunque se sumerja en una recesión, de por lo menos un quinquenio, con un deterioro de las condiciones de vida de sus ciudadanos.

Es una decisión política. En Argentina se resolvió declarar en moratoria la deuda y recuperar el crecimiento. En Grecia, sin embargo, hay varios factores que hacen inviable dicha decisión. En primer lugar, la mayor parte de la deuda está en manos de bancos alemanes, franceses y del BCE. Una moratoria significaría una pérdida para estos bancos y la propia UE. En segundo lugar, esto pondría en peligro la estabilidad financiera de la UE, al euro y la unidad de la UE.

En tercer lugar, el efecto contagio podría destruir a la UE. No se requiere reconocer que la deuda, en las actuales circunstancias, es impagable, y más bien se quiere aplicar paños tibios y ajustes insostenibles.

En efecto, se está discutiendo una propuesta alemana y francesa de renovación de la deuda con una reestructuración de plazos o renovación de la deuda. Esto es, en otras palabras -para los bancos- perder un dedo, pero no la mano.

Por ello no se ha decidido aún el esquema del segundo rescate. Esta solución tiene elementos del Plan Brady, que se aplicó en la década de los ochenta  en los países endeudados de América Latina. Este consistió en rebajar una parte del valor de la deuda, reestructurar plazos y otorgar un financiamiento adicional.

La UE está en una encrucijada, pues con la rebaja de la calificación de la deuda portuguesa ya se está hablando de un segundo rescate a la economía lusa. Esto reafirma que el ajuste recesivo no es la solución para el problema del pago de la deuda, esta solo es amortizable en el largo plazo, siempre y cuando se enfrenten los problemas estructurales, en especial de competitividad, y se apliquen medidas de reactivación económica.

La solución política es la moratoria, pero que en la UE se irá más bien por una reestructuración de la deuda con el propósito de defender los intereses bancarios y no los nacionales.

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