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El Telégrafo
Victoria Ginzberg

Gracias a los que marcharon contra el 2x1

01 de diciembre de 2017

La ESMA siempre fue un emblema. Como centro clandestino no fue más importante ni más terrorífico que Campo de Mayo, en la zona norte del Gran Buenos Aires, o que La Perla, en Córdoba, o tantos. Pero por diversas razones (el secuestro de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, la visibilidad de sus sobrevivientes, represores y del mismo edificio, por ejemplo) su efecto simbólico es poderoso. Lo mismo ocurrió con sus juicios.

En 2011 fueron condenados 16 represores de ese centro clandestino y dos fueron absueltos. Fueron las primeras condenas del “Tigre” Acosta y Alfredo Astiz. Y a pesar de que desde la reapertura de los juicios hubo fallos ejemplares y personajes importantes condenados, esa sentencia significó, para muchos, la certeza de que los represores estaban efectivamente siendo juzgados.

Fue una noticia que recorrió el mundo. Algo similar ocurrió ahora, con este nuevo fallo, con estas nuevas condenas para Astiz y sus compañeros y jefes de la patota de la ESMA. Fue el juicio oral más largo y más grande de la historia argentina: las audiencias duraron cinco años y un día (aunque podría decirse que el juicio comenzó mucho antes) y abarcó a 54 imputados y 789 víctimas.

Pese al clima político adverso y antecedentes recientes preocupantes, fueron condenados a prisión perpetua 29 represores, 19 recibieron penas de entre 8 y 25 años y 6 fueron absueltos. Fue, en términos simbólicos, la confirmación de la continuidad de los juicios, aunque, con altibajos, nunca se interrumpieron desde 2005.

Más allá de la bronca y de las apelaciones que se concretan oportunamente, las bajas condenas, los “beneficios de la duda” y las absoluciones confirman que estos juicios están lejos de la “venganza” con la que los quieren identificar los represores e incluso funcionarios del Gobierno. Y las condenas, la existencia misma del juicio, confirma que la perseverancia de las Madres y Abuelas, de todos los familiares y de los sobrevivientes da frutos. También que es crucial el acompañamiento de quienes desde la sociedad civil entienden que no es posible construir una democracia plena sobre la impunidad de los delitos del terrorismo de Estado.

Porque sin la movilización contra el 2x1 del 10 de mayo este final de juicio no hubiera sido posible. Estas condenas también las lograron todos los que marcharon ese día. (O)

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