Era un dicho muy antiguo, de los tiempos en que escaseaba la comida; pero ahora ser gordo es sinónimo de discriminación, desprecio, inseguridad y baja autoestima. Fui gordo y me señalaban porque no cumplía con los estándares sociales y de moda. No hay ningún valor en las carnes desparramadas, según la sociedad.
La verdad es que me agobiaban diferentes sentimientos y emociones debido a mi sobrepeso; aparte del abandono, el fracaso, la impotencia, los vacíos emocionales, la carencia de valores, el respeto, el amor propio, en fin, una serie de situaciones que me hacían reflexionar y pensar en mi propia vida y en lo que estaba ocultando al comer por adicción.
Con 1,70 m de estatura y 115 kg de peso, tenía un Índice de Masa Corporal (IMC) de 39,8, que estaba en el límite inferior de la obesidad mórbida. Cuando tenía un viaje, reservaba el asiento del pasillo, pues casi me era imposible abrirme paso entre los pasajeros de un avión. Estoy seguro de que todos me odiaban, desde mi esbelta esposa, pues sudaba profusamente y cuando dormía roncaba muy fuerte.
Y ese montón de grasa que cargaba era la raíz de muchos de mis males: hipertensión, diabetes tipo 2, alto colesterol y triglicéridos, hígado graso, artrosis y de hecho ya se había iniciado un proceso de arterioesclerosis, siendo un serio candidato a una cardiopatía. Y muy seriamente llegué a pensar que no iba ni siquiera a conocer y ver crecer a mis nietos. Yo había pasado a formar parte de la estadística en un país, un continente y un mundo lleno de casos similares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) coloca a la obesidad entre las tres primeras cargas sociales autoimpuestas a nivel mundial, junto con el tabaquismo y la guerra. Por lo menos 2,1 millardos de personas (cerca del 30% de la población mundial) presentan sobrepeso y un tercio de ellas tienen un IMC mayor de 30, cuando el normal es 24,9. La obesidad es responsable del 5% de las muertes a nivel global.
Lo más grave es que ninguna nación se escapa a esta pandemia, pues hay muy pocas políticas gubernamentales a fin de contener el problema. Se habla mucho, pero se actúa poco. Es necesario enfrentar esta epidemia con acciones sanitarias y sociales que involucren a la industria alimentaria y publicitaria, lo cual ya es en sí mismo difícil. Por lo menos seamos conscientes de esto a nivel familiar. (O)