Si bien los gobiernos nacidos de la Revolución Juliana (1925) fueron pioneros en la tendencia de la izquierda ecuatoriana en gestación, desde una perspectiva de largo plazo histórico, entre 1931-1979 no hubo otros gobiernos de izquierda. Y esto a pesar de que los socialistas apoyaron a Luis Larrea Alba (1931) y Alberto Enríquez Gallo (1937-1938) y que la izquierda se entusiasmó con “La Gloriosa” (1944), frustrada por el presidente José María Velasco Ibarra. A partir de la década de los sesenta proliferaron las agrupaciones de izquierda identificadas con el marxismo, que disputaban la “pureza” doctrinaria, la “correcta” línea socialista y la “verdadera” revolución.
Durante el ciclo histórico 1979-2006, tampoco hubo gobiernos de izquierda. El democratacristiano Osvaldo Hurtado (1981-1984) y el socialdemócrata Rodrigo Borja (1988-1992), aunque provenían de partidos que proclamaban, respectivamente, el socialismo-comunitario y el socialismo-democrático, ofreciéndolos como alternativas al socialismo marxista, ejercitaron gobiernos reformistas.
El gobierno de Rafael Correa (2007) inició un nuevo ciclo en la historia política del Ecuador. Convergieron prácticamente todas las izquierdas ecuatorianas, así como los movimientos sociales. El mismo mandatario se identificó como un gobernante de izquierda y proclamó el “socialismo del siglo XXI”.
Con el paso de los años, las acciones de gobierno, tanto como la forma en que se ha conducido el ejercicio gubernamental, no solo polarizaron a la sociedad ecuatoriana, sino que dividieron a las izquierdas y a los movimientos sociales.
El gobierno de Correa ha provocado las reacciones (incluso conspirativas) de aquellos sectores que en el pasado inmediato se beneficiaron con el modelo empresarial y con el Estado de partidos. Pero la “ruptura” de un sector de las izquierdas y de los dirigentes de varios movimientos sociales con el presidente Correa, a quien ahora acusan de haber girado a la “derecha” y de abandonar el programa original de Alianza PAIS, tiene motivaciones ideológicas y cálculos electorales. Entre estos sectores “rupturistas” hay quienes critican al Gobierno por no “profundizar” la revolución, hasta aquellos que reivindican su purismo doctrinario, la verdad revolucionaria y el auténtico socialismo (comportamiento tradicional de este tipo de izquierdas), pasando por aquellos cuyas actuaciones políticas se han alineado directamente con las derechas “anticorreístas”.