En 1979 se inició la fase más larga de democracia institucional en la historia republicana del Ecuador. Hubo dos momentos políticos: entre 1979-1996 gobernaron Jaime Roldós, Osvaldo Hurtado, León Febres-Cordero, Rodrigo Borja y Sixto Durán-Ballén. En cambio, entre 1996-2006 gobernaron Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga (un fin de semana), Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Ricardo Noboa, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio, además de una efímera dictadura nocturna el 21 de enero de 2000.
Roldós adhirió al “tercermundismo” de la época. Hurtado tenía en ese tiempo convicciones sociales reformistas (era atacado como “comunista camuflado”) y su partido (Democracia Popular, democratacristiano) todavía planteaba el “socialismo comunitario”. Borja lideró la Izquierda Democrática, partido que postulaba el “socialismo democrático”.
Fueron los únicos gobiernos ideológicamente identificados con la “centroizquierda”. Sin embargo, por sobre las “ideologías”, entre 1979-2006 tuvo vigencia un mismo ciclo histórico-político. Se caracterizó por la progresiva edificación de un modelo económico empresarial, que dejó atrás el antiguo modelo estatal-desarrollista; la instauración de un Estado de partidos con hegemonía de la clase política; la desinstitucionalización del Estado nacional y el deterioro de las condiciones sociales y de los derechos laborales, que colocó al Ecuador en los primeros lugares de inequidad en el mundo.
El derrumbe del socialismo “real” (1985-1990), iniciado por la perestroika en la URSS, provocó la crisis de identidad de las izquierdas ecuatorianas y la del marxismo como paradigma teórico. Ninguna izquierda tuvo la fuerza política para revertir o frenar el “triunfo” del modelo empresarial ecuatoriano, inspirado en el “neoliberalismo”.
Pero lentamente se acumularon resistencias sociales que estallaron en la última década y que finalmente fueron capitalizadas por Alianza PAIS, coalición de sectores de izquierda, que llevó al triunfo de Rafael Correa, con cuyo gobierno se inició un nuevo ciclo histórico-político.
Autodefinido de izquierda y por el “socialismo del siglo XXI”, el gobierno de Correa también ha provocado inevitables alineamientos de las izquierdas: unas a favor, otras en contra. Lo paradójico ha sido que las más “radicales” o “críticas” han coincidido con el juego político de las “derechas”, que predominan con sus estrategias oposicionistas y con su opinión a través de los grandes medios de comunicación.