Los gobiernos nacidos de la Revolución Juliana (1925), esto es dos Juntas provisionales y la presidencia de Isidro Ayora (1926-1931), cuestionaron al bipartidismo reinante (liberalismo “moderado” y conservadorismo), pusieron freno a la plutocracia e impusieron el interés nacional sobre los intereses privados.
Por primera vez el Estado intervino en la economía y se creó la nueva institucionalidad (Banco Central, Contraloría, Superintendencia de Bancos, Ley de Impuestos que creó el de las rentas y uno sobre las utilidades). También por primera vez se introdujo la obligatoria atención estatal a las clases trabajadoras (Ministerio de Bienestar Social, Caja de Pensiones, leyes laborales). Con Ayora tomó inédito impulso la atención en salud. Y la Constitución de 1929 fue la primera en garantizar los derechos sociales-laborales, introdujo un principio de reforma agraria e inauguró el de la función social de la propiedad.
Los julianos quisieron reformarlo “todo”: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Fuerzas Armadas, leyes, Constitución, administración pública. Confiaban en superar el país del pasado. Los jóvenes militares julianos se inspiraron en conceptos patrióticos, nacionalistas y sociales. Luis Napoleón Dillon, líder de la primera Junta, era socialista. Isidro Ayora cumplió el programa juliano gracias a la tutela de los militares, el apoyo de la Misión Kemmerer y sus propias convicciones sociales.
Los julianos no fueron “enemigos” de la empresa privada. Sin embargo, los mayores opositores fueron los bancos, especialmente guayaquileños. A ellos se unió la prensa de la ciudad, convertida en activista política de la lucha regionalista. Y, además, la oligarquía serrana. Pero trabajadores y sectores populares de todo el país, incluida Guayaquil, donde también se pronunciaron maestros, estudiantes y múltiples organizaciones, apoyaron las transformaciones julianas.
Los gobiernos julianos, atacados como “autoritarios”, iniciaron la superación del régimen oligárquico-terrateniente y marcaron el inicio de un nuevo ciclo político en la historia ecuatoriana, que superó el ciclo liberal originariamente nacido en 1895.
Los julianos no fueron “marxistas”. Tampoco se plantearon la construcción del “socialismo”. Pero desde una estricta perspectiva histórica, la Revolución Juliana y sus gobiernos deben ser considerados los primeros en inscribirse dentro de la tendencia de la izquierda, que apenas nacía en el Ecuador de la época.