En el imaginario ciudadano se generó como una verdad que Guillermo Lasso, había dicho que en su gobierno no habrá ningún correísta y que era un imperativo limpiar la casa adentro. Revisando la prensa no hemos encontrado ninguna cita al respecto. Por el contrario, sí hay la declaración de que “en su gobierno todos serán bienvenidos para lograr el cambio”.
De igual forma hemos encontrado la aseveración de que él no tenía el suficiente número de cuadros técnicos para completar los requerimientos de la burocracia gubernamental. Como resultado tenemos que, en los ministerios, los puestos administrativos desde los subsecretarios para abajo, están cooptados por los mismos cuadros técnicos del correísmo. Por lo tanto, la arquitectura administrativa es la misma que participó en la construcción de ese sistema perverso del Estado de Propaganda instaurado por Rafael Correa.
Parecería que el presidente Lasso se ha olvidado que no ganó la elección por sí mismo. Quienes le dieron el triunfo fueron los ciudadanos que votaron contra el regreso del correísmo. El candidato Lasso estuvo a punto de perder. Araúz le doblaba en votación. Yaku a momentos le sobrepasaba. Finalmente, gracias al voto ciudadano logró pasar al candidato de la corrupción con un margen estrecho.
Parecería que el presidente Lasso olvidó que hay ciudadanos que fueron desvinculados de la administración pública para ser remplazados por los mismos burócratas que hoy se hallan enquistados en la administración gubernamental. Ellos son los cancerberos que defenderán hasta las últimas consecuencias a su mentor y benefactor. Serán los mismos que escamotearán toda la documentación de los latrocinios y abusos del poder. Si el correísmo era el principal enemigo de la democracia, había que exterminarlo.
En 1998 apareció el libro “Las 48 leyes del poder” del escritor estadounidense Robert Greene. Este es una versión moderna de “El príncipe” de Nicolás Maquiavelo o del clásico del Sun Tzu, “El arte de la guerra”. En este, la Ley 15 manda aplastar por completo al enemigo. Pues, de dejar una sola brasa con seguridad el incendio volvería á a arrasar. Y esto se lo sabe desde los tiempos de Moisés. De dejarlo vivo al correísmo, el enemigo se reconstituirá fácilmente y buscará la venganza. Muerto el perro, muerta la rabia dice la sabiduría popular.
Parecería que el presidente Lasso olvidó que le quedan dos años y medio para cumplir su mandato. Nueve meses que han transcurrido y seis que le quedarán al finalizar su mandato y en los cuales no tendrá margen de maniobra.
Es inadmisible que luego de 10 años desde que fundó el partido CREO, no haya generado un plan de gobierno con sus respectivos cuadros técnicos para gobernar. El presidente Lasso sabía de la situación que atravesaba el país. Sabía que el principal cimiento del correísmo era la Constitución de Montecristi. Sabía que debía entrar a luchar contra la corrupción. Había que tumbar esa constitución.
El presidente Lasso desaprovechó la ola de aceptación mayoritaria a su gestión luego del éxito de la campaña de vacunación. Ese era el momento para pensar y aplicar una estrategia inteligente para inaugurar a su favor una nueva Asamblea.
Está en los diferentes ministerios toda la documentación de las joyas de la corrupción de más 360 mil millones de inversión pública del correísmo. Es necesario auditar, pero no con los mismos equipos técnicos del correísmo.