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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

Gobernanza y gobernabilidad, una ruleta rusa

10 de julio de 2022

Las tergiversaciones de la historia y las múltiples versiones sobre hechos, dichos, axiomas y refranes son una constante en todos los ámbitos de la sociedad, se puede citar muchos ejemplos, como aquel que afirma que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Falso de falsedad absoluta dirían los abogados que sólo saben de derecho, porque al hurgar en los orígenes y los idiomas encontramos que resulta una falacia, utilizada sin ningún apego a su verdadero sentido, la cita está absolutamente descontextualizada. La verdad se devela en una carta de Alcuino de York a Carlomagno entre los años 735 y 804, en realidad se escribió:

“no debería escucharse a los que dicen que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura”.

Puestos en el conflicto, se ha dicho a través de un sinfín de opiniones y se ha escrito ríos de tinta (que más bien serían miles de caracteres) que la salida es el diálogo racional de buena fe. Aceptado el encuentro, el vaivén de los acontecimientos y el desconocimiento de acciones y reacciones, visiones y cosmovisiones, conspiraba y parecía no encontrarse la ruta del entendimiento.

Imperativo resultaba estar claros que, todo punto de vista es la vista desde un punto y lo que ellos llaman “su” verdad es tan sólo su opinión. Era indispensable escucharse sinceramente, para evitar el diálogo de sordos, sin victimización, sin buscar culpables, sin nuevas condiciones que pudiesen obstaculizar los acuerdos.

Una vez aplacada la beligerancia del paro convocado por el movimiento indígena, se suscribió un acta de paz, bajo la tutela de la Iglesia, mientras en las calles, miles de indígenas protestaban y exigían ser escuchados, otros esperaban apostados en “sus” reductos que, dentro de una lógica de guerra, fueron considerados zonas ancestrales de paz.

La dirigencia, discutía, calculaba, regateaba y se aseguraba para firmar el armisticio, lo harían siempre y cuando sus camaradas lo autoricen. Quienes encabezaban las conversaciones, conocedores de la fina línea que existe entre la comprensión y la mala interpretación, tomaban los respectivos recaudos, a fin evitar que las bases en ejercicio de su poder y justicia, los increpen o castiguen.

Se lograron acuerdos es verdad, pero no los suficientes, el fantasma de la intransigencia y la violencia de octubre rondan y amenazan la gobernabilidad y gobernanza, el gobierno en el tiempo que le resta como tal, podría haber entrado en una suerte de ruleta rusa que tendrá que superarse día a día, acción tras acción, mes a mes, decisión tras decisión, en lo que serán los tres años más largos de la vida del presidente, quien está obligado a elaborar un discurso simple, sencillo, concreto y cercano que debe ser el resultado de profundas meditaciones, minuciosas investigaciones y absolutas certezas, porque ese es el verdadero valor de la palabra presidencial.

Ahora es la hora de evidenciar resultados, equidad y enfoque social, pagar deudas atrasadas y heredadas, hay que cerrarle el paso a quienes buscan manipular a las masas e incitar al rencor, a quienes intentan degenerar la democracia buscando impunidad en medio del caos y el terror.

El dialogo sigue, los unos y los otros deben saber que el Ecuador no puede seguir en la línea de la fragmentación, porque el nihilismo como negación del valor de las cosas, de creencias y principios, está germinando hasta en los más sensatos.

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