Desde el año 2000 hasta diciembre de 2006, la frontera norte de Ecuador estuvo expuesta en forma involuntaria a aspersiones aéreas, producto del Plan Colombia y realizadas por el país vecino. Plantas, animales, suelos, agua y personas estuvieron expuestos a un paquete herbicida que contenía glifosato, POEA y cosmoflux, en concentraciones antitécnicas: entre el 26 al 46% (el fabricante de glifosato recomienda 1 a 3%).
El impacto fue tal que se convirtió en un asunto de Estado. El presidente Correa nombró una comisión científica para evaluar ese impacto, cuyos resultados, publicados en el libro El sistema de aspersiones aéreas del plan Colombia y su impacto sobre el ecosistema y la salud en la frontera ecuatoriana, advirtieron del gran daño a todo nivel. Eso condujo a que Ecuador pusiera una demanda internacional ante La Haya.
Con una lógica visión, la Senacyt (ahora Secretaría Nacional de Educación Superior Ciencia Tecnología e Innovación) financió un proyecto de investigación para evaluar las consecuencias actuales y futuras de las aspersiones aéreas. Durante dos años el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UDLA realizó estudios de microfauna de suelos, tipos de suelos y lechos de ríos, número de bacterias, insectos, plantas, animales, estado de salud y daños genéticos de las personas de 10 comunidades de la zona norte de la provincia de Sucumbíos.
Los resultados están en el libro Glifosato: Genética, salud y ambiente. Es el trabajo de siete autores, una excelente herramienta de consulta técnica sobre el tema de la exposición de las poblaciones a tóxicos. Esta obra recibió el apoyo de varias organizaciones públicas y privadas, médicos, líderes indígenas y comunitarios. Además, las personas de la zona aportaron a la investigación donando muestras sanguíneas y firmando el consentimiento para los estudios genéticos, a más de participar en forma activa en las actividades de apoyo social.
El libro es útil como línea de base sobre los efectos en las personas de esa zona: cánceres, malformaciones en niños e infertilidad, y deberán ser evaluados y monitoreados al menos durante 10 años. Este trabajo muestra el compromiso de la ciencia con los intereses comunitarios; aboga por una ciencia no neutral, pues los daños genético y ecológico, la enfermedad o la muerte, no pueden ser enfrentados con neutralidad. Esperamos que la frontera norte tenga apoyo de los gobiernos y se resuelva la marginalidad de las comunidades.