Las empresas públicas o estatales fueron inventadas por los socialistas del siglo XIX -con protagonismo de Marx-; su principal argumento era que los medios de producción deberían estar bajo la responsabilidad y mando del Estado, y no de los privados que tienen la lógica de la utilidad financiera del mercado.
Según los antiguos socialistas, las empresas públicas estarían mejor dirigidas al interés público. Algún tiempo antes, los reyes franceses crearon empresas públicas, algunas necesarias para la época y para la sociedad, como las de correos, las de construcción de caminos y plazas, y otras de interés del gobierno, como la industria de armas; lo mismo sucedió en EE.UU., el baluarte de la economía privada.
La experiencia histórica demuestra que se crean empresas públicas para resolver problemas que la iniciativa privada no consigue o no le da la gana de resolver. El criterio básico para su creación es la utilidad para la resolución de problemas sociales o económicos. La ideología ingresa cuando los gobiernos deciden estatizar o colocar bajo los intereses que favorezcan a las élites privadas.
No hay que olvidar que la industrialización de la Revolución rusa tuvo un gran éxito al modernizar un país agrícola atrasado y transformarlo en una gran potencia industrial. Pero el nuevo régimen soviético no pudo sostener esa propuesta ideológica en los años 70 y 80, por lo que entró, así como otros países, a una salvaje privatización del Estado. A pesar de esto, se inspiró en todo el mundo la creación de empresas públicas , y también en Ecuador.
Las empresas públicas modernas atraviesan por un dilema constante y a veces irreconciliable, que es lo referente a su misión, porque, si bien tienen un fin social, deben ser sustentables, económicamente hablando. Aquello no siempre sucede, lo que afecta su gobernanza y su naturaleza. El éxito financiero generalmente se consigue con un costo social alto, o lo contrario, sus fines sociales afectan sustancialmente sus indicadores cuantitativos del orden económico.
Lo híbrido de su gestión será una constante y son pocos gerentes y directorios que entienden y gerencian esta naturaleza compleja. Lo lamentable también es que gran parte de las empresas públicas nacionales fueron utilizadas como medios de corruptelas y abusos por algunos gobernantes. Nos queda colocar los mejores cuadros gerenciales para tan importante desafío de gerenciar las empresas públicas ecuatorianas, que son patrimonio de toda la sociedad. (O)