Tras el brutal asesinato del afrodescendiente George Floyd, por parte de una agente de policía de Minneapolis, estallaron protestas en 150 ciudades de Estados Unidos, a las cuales el aparato gubernamental intenta detener mediante la represión y la instauración de toques de queda.
Las protestas se realizan en las calles, en general de manera pacífica. En algunos lugares, han ocurrido saqueos a tiendas de corporaciones emblemáticas, sobre todo aquellas que venden ropas costosas y tecnología de alta gama. Las imágenes que circulan muestran la participación mayoritaria de jóvenes, tanto afrodescendientes como de fenotipo anglosajón, que han salido a las calles venciendo el miedo a la pandemia.
Debido a los hechos, los ojos del mundo se han concentrado en EE.UU, un país considerado como la primera potencia desde la Segunda Guerra Mundial, que ha fundado su poder en indicadores capitalistas de desarrollo económico, en la fuerza bélica y en la hegemonía en el contexto de las relaciones internacionales. No obstante, las imágenes que circulan muestran a un imperio en decadencia que explosiona desde adentro.
El intelectual latinoamericano Enrique Dussel sostuvo hace pocas horas, en una entrevista, que estamos ante el colapso del hegemón, e incluso hizo una analogía con el proceso de desaparición del Imperio Romano, durante la avanzada de los bárbaros: -Nos encontramos ante el espectáculo del derrumbe de un país hegemónico. EE.UU. está en una crisis espantosa y va a luchar por no venirse abajo, lo cual es peligroso, porque es un león herido.
Algunos elementos del espectáculo del derrumbe del imperio, coyuntural o definitivo, tienen que ver, al parecer, no solo con el desempleo y el racismo, sino también con un factor de la psicología social, el llamado “sueño americano”, que movilizó por décadas a jóvenes norteamericanos y del mundo, ansiosos de lograr la realización de una vida con estilo burgués, caracterizada tanto por el confort material, como por la apropiación de los símbolos de la clase dominante, con el propósito de ser aceptados.
Hoy, los jóvenes norteamericanos saben que jamás alcanzarán ese sueño enajenador. El sistema del hegemón ha destruido no solo sus utopías, sino la propia idea de futuro sobre la que se fundó. Uno de los elementos centrales de la crisis, es el vacío. (O)