Nuevas investigaciones genéticas sofisticadas en poblaciones humanas revelan interesantes resultados sobre la evolución del homo sapiens sapiens. Los datos coinciden en que nuestros ancestros se separaron de los simios hace unos 4 millones de años, pero solo en los últimos 80 a 100 mil años se han producido cambios trascendentes para llegar a ser la especie que conocemos hoy.
Entre las investigaciones que revelan la especial evolución humana está un estudio que evaluó 15.336 genes de los 23 mil humanos y 6.515 exomas de varias poblaciones de América, Europa y África (exoma es el estudio de las zonas de los genes que se expresan, un gen puede tener entre 12 a 57 de estas zonas). La investigación mostró que entre 73 al 86% de variantes de proteínas deletéreas y de lecturas genéticas erradas, surgieron hace 5 y 10 mil años atrás, lo cual significa que la mayoría de enfermedades humanas es reciente, si consideramos que el hombre moderno apareció hace 150 mil años.
En la evolución también participaron genes que controlan la expresión de otros genes y que se los llama micro ARN. Aunque el ARN (ácido ribonucleico) es un intermediario entre el gen y la proteína, su propio origen está determinado por el ADN y justamente uno de estos, el miR-914, que hasta hoy solo se lo ha encontrado en los humanos, comandaría la capacidad de hablar y la abstracción para el diseño de objetos. Este gen en nuestros ancestros data de hace 50 mil años.
La evolución humana es más compleja y se requirieron genes asociados al consumo de grasas no animales y que permitieron a los primeros humanos salir de África, liberándose de la alimentación exclusiva de pescado. Salir de África significó el poblamiento de la Tierra y la expansión genética, que es rastreable y coincide con los restos fósiles.
Al entendimiento de la evolución humana han contribuido varios organismos. Estudios genéticos en el parásito de la malaria muestran que hemos estado asociados a esta enfermedad desde el inicio de nuestra especie y seleccionamos genes para resistirla. Igualmente nos desarrollamos junto a la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) que salió también de África hace 50 mil años y los estudios genéticos muestran que ha regresado y con más variantes genéticas que los humanos.
Cada vez existen más datos que confirman y corroboran la evolución biológica de las especies y en particular la humana. Pese a las abundantes evidencias irrefutables, hay quienes prefieren ignorarlas o combatirlas por fe o miedo a la verdad; pero la genética al servicio de la evolución es implacable.