Es en las ciudades donde, mayoritariamente, las mujeres, niñas y adolescentes desarrollamos nuestras actividades diarias (la población se concentrará en las zonas urbanas en un 70% hasta el año 2050). Por cuestión de asignación de roles, las mujeres, niñas y adolescentes ecuatorianas, combinamos las actividades educativas y laborales con trabajo no remunerado del hogar en una proporción más alta que los hombres, incluso, a la media de otros países de la región.
Y a pesar de que las actividades no remuneradas nos consumen a las mujeres, niñas y adolescentes, recursos de todo tipo y nos vuelven más vulnerables a sufrir violencia en los espacios públicos y privados, en Ecuador, ni los gobiernos locales en sus programas de planificación, ni los candidatos en sus propuestas de campaña, consideran políticas públicas con enfoque de género.
Si bien a las mujeres, niñas y adolescentes nos preocupa que los espacios públicos estén limpios y bien mantenidos y que por ellos se pueda circular con fluidez, también nos preocupa que en estos espacios no seamos acosadas física, verbal o sexualmente, o que, por nuestra condición, seamos más proclives a la delincuencia común y la inseguridad.
La planificación urbana es una herramienta para combatir la violencia en general y en especial la que azota a las mujeres, niñas y adolescentes. La urbanización planificada desde una perspectiva de género, incrementa las probabilidades de que las mujeres ingresemos a un empleo pleno, a que bajen las tasas de fertilidad y a un incremento de nuestra autonomía.
Por ende, el tema de la violencia que se ejerce en las ciudades en contra de las mujeres, niñas y adolescentes, no puede ser ignorado y minimizado en campaña. Y menos se puede aceptar que las autoridades y los candidatos planteen planificar o hacer propuestas en base a “ciudades neutras” y “espacios públicos neutros”. La violencia urbana tiene una connotación diferente para hombres y mujeres y en el caso de la violencia que se ejerce en contra de mujeres, niñas y adolescentes, existe un componente cultural y social que debe ser considerado el momento de realizar dichas planificaciones y propuestas.
Las acciones que los gobiernos asumen (u omiten) a fin de afrontar un problema en particular, constituyen la forma de relacionarse entre éstos y la sociedad; de ahí la importancia en cómo abordan el problema y lo solucionan.
Por tanto, que los gobiernos locales y los candidatos ignoren la problemática de la violencia que se ejerce en las ciudades en contra de mujeres, niñas y adolescentes y que no le otorguen la importancia que merece, profundiza la brecha entre hombres y mujeres, no permite el goce pleno de sus derechos y limita el desarrollo en varias áreas de la vida diaria. Al final, todos estos aspectos, se ven reflejados en las variables económicas macro y micro que tanto preocupan a gobernantes y ciudadanos.