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El Telégrafo

Gdansk: Gente cálida junto al frío Mar Báltico

27 de junio de 2012

Nuestro tercer día en Polonia en medio de las emociones del viaje y del fútbol nos volvió a golpear con  el descenso de la temperatura, cuando la ciudad de Gdansk, lugar donde nació Lech Walesa, ex presidente de Polonia y líder máximo de “Solidarnosc” (otrora Sindicato de Trabajadores Navales, que desafió al represivo gobierno del General Jaruzelski y que terminaría por liderar treinta años atrás a quienes reclamaban el reordenamiento político y social de Polonia y de toda Europa del Este), nos recibió con una pertinaz llovizna, que a la distancia opacaba el dorado brillo del Estadio Arena Gdansk mientras a nosotros nos obligaba a acicalarnos las chompas que habíamos llevado de necios, pues muchos nos hablaban del caluroso verano europeo, olvidando que el frío Mar Báltico es el que baña esta emprendedora ciudad portuaria.

En realidad fueron seis horas de viaje en tren desde la capital, que más allá de todo resultaron un deleite al ver cómo el verdor de cada metro cuadrado se extendía a lo largo de todo el recorrido. Se nota que hasta el mínimo espacio está bien utilizado con sembríos o, al menos, celosamente protegido, para que el verde de la naturaleza no pierda su necesario lugar. Adicionalmente, la travesía se hizo más amena, pues junto a mi compañero Carlos Ramón Loor encontramos a otro gran amigo y colega, Luis Alberto Flores, quien también vive de cerca y por dentro la UEFA EURO 2012.

Nada más llegar a la periferia de la ciudad bastó para ver las gigantescas embarcaciones navales que se construyen en sus famosos astilleros. De allí en adelante todas son calles tan limpias como las de Varsovia y construcciones que cautivan por su conservación y contraste, en medio de una ciudad que pese a estar agitada por el partido Alemania-Grecia no perdía su orden.

Ya en el estadio recibimos como una cortesía de esta ciudad sede una mochila con el logo del torneo y dentro de ella unos bonitos souvenirs, junto a abundante información turística en diversos idiomas.

Respecto al partido, los alemanes terminaron doblegando por generación futbolística y figuras, a los aguerridos y tenaces griegos. En las tribunas, los primeros también superaron a los segundos en número de hinchas y en el tamaño de las banderas que desplegaron, en una proporción de tres a uno, pese a que la mayoría de los polacos presentes estaban con los llamados “helenos”.

La salida y traslado hasta la estación del tren, significó compartir el tranvía con los alegres seguidores germanos que cantaban en su idioma “…ya viene la Superalemania” o “… seremos Campeones, como en 72, 80 y 96”, festejo que seguramente luego lo prolongaron hasta Berlín, pues la mayoría de ellos no tenía programado volver a Varsovia.

Por nuestra parte perdimos el tren de 00:45, por quedarnos degustando un plato que supo exquisito, se trataba de una especie de carne a la parrilla, acompañada de salsas, ensaladas, papa fritas y, por fin, arroz. Por vez primera lo pudimos comer desde que salimos de Guayaquil. 

En todo caso, la espera no fue mayor, tomamos el tren de las 02:30, que nos depositó otra vez en la central ferroviaria de Varsovia a las 08:30, a esa hora ya no era necesario el taxi, pues un flamante bus de la línea 517, que por cierto al igual que la mayoría de los transportes públicos urbanos son gratuitos para los periodistas acreditados, nos dejó literalmente en la puerta del Hit Hotel, nuestro cuartel general en el corazón de la capital.

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