Hubo 19 candidatos para la prefectura de Pichincha y un número parecido para ocupar el sillón principal del Municipio de San Francisco de Quito. Hasta el 3 de septiembre, 19 binomios presidenciales fueron nominados por las asambleas nacionales de sus respectivos grupos políticos en presencia de los delegados del Consejo Nacional Electoral, CNE.
La gente se pregunta si existen tantas ideologías como candidatos a gobernar el país, la provincia o la ciudad y la respuesta de los iluminados es que definitivamente ¡NO! El número de candidatos lo atribuyen al ego de los personajes que se postulan.
Si entendemos ego como falto de modestia, es probable que algunos candidatos calcen adecuadamente en esa calidad, pero querría decir que en las 10 elecciones presidenciales que ha vivido el Ecuador, desde 1978, habían menos políticos egocentristas, pues en las elecciones presidenciales se presentaban “solo” entre seis y ocho binomios.
Definitivamente, hoy, hay decenas de candidatos para las mismas funciones porque, por mandato legal, el pueblo ecuatoriano financia esas candidaturas.
El Estado debe regular el gasto electoral, fijar un límite máximo de gasto de campaña política, pero el dinero debe salir de los interesados en participar en las elecciones. Previo a las inscripción de las candidaturas, cada participante debería depositar en una cuenta del Estado, fijada como gasto electoral, la cantidad máxima permitida para que, el Consejo Nacional Electoral realice los pagos pertinentes a los medios de comunicación previamente señalados por los equipos de campaña de los candidatos participantes.
Siempre habrá alguien que diga que los candidatos pobres no podrían participar democráticamente ya que no tendrían el dinero para cumplir el requisito, pero si las ideas y propuestas son tan buenas, seguro tendrán miles de seguidores que estén dispuestos a recolectar los fondos necesarios para participar en la contienda electoral, al contrario, si las propuestas no son adecuadas y convincentes, no tendrían forma de conseguir apoyo económico, peor electoral. (O)