Acaba de configurarse el gabinete del recientemente electo Guillermo Lasso, hasta el momento lo integran 25 ministros y secretarios recién designados. La conformación de un gabinete es clave, no solo porque son las personas que van a manejar los hilos del poder en el país en las distintas áreas, sino también porque muestra claramente las inclinaciones políticas e ideológicas reales del gobierno y de quien lo preside.
La estrategia inicial de mostrar un gabinete social con relativa paridad fue engañosa, porque en estos nuevos nombramientos no se ha respetado el principio constitucional de paridad de género: menos de la tercera parte son mujeres. El equilibrio regional es más adecuado, la mitad más uno es de la costa y el resto de la sierra. El promedio de edad es de 50 años, los hay muy jóvenes pero los que más edad tienen llegan a los 77 años.
Cuatro flamantes ministros declararon en cero su impuesto a la renta en 2020, entre ellos el “guapo” (según las redes sociales) ministro de Turismo que quizás por la pandemia tuvo época de vacas flacas; una de sus ministras no hizo declaración, mientras que dos de ellos pagaron impuestos por sobre los 60 mil dólares. Más de la mitad, el 56%, tienen relación en calidad de accionistas o administradores con cincuenta grupos económicos, aproximadamente. Uno de ellos acaba de presidir la Asociación de Bancos Privados; el ministro de Ambiente es accionista en 12 empresas; el secretario de Educación Superior es accionista en 10 empresas, además de presidir el consejo de regentes de una universidad privada.
Esta relación tan cercana con el sector privado es lo que se denomina “puerta giratoria”, el hecho de que funcionarios de alto rango pasen del sector privado al público, y viceversa, de tal manera que se generan no solo conflictos de interés, sino que se propicia una captura del Estado, es decir que estas élites políticas y económicas gobiernan a través de ejercer una influencia abusiva, privilegiando sus prioridades y no las de la sociedad ni el bien común.
Así, un gabinete donde predominan los perfiles “blancos”, de hombres de negocios y de clase alta son las características del nuevo gabinete, lo cual significa un retorno a una elite de poder que se produjo en la época oligárquica, que ya creímos superada.