El pasado 15.10.11 se manifestaron millones de hombres y mujeres en unas 900 ciudades -incluyendo Nueva York y su Wall Street- de un centenar de países, contra el poder bancario mundial sostén de la globalización neoliberal, conducida por mafias internacionales, enquistadas en el FMI, Banco Mundial, OMC; en la OTAN, liderada por el Ministerio de Guerra de EE.UU., desde donde se decide la invasión a los países del tercer mundo y se masacra a su gente.
Todo con el aval de la ONU y su Consejo de Seguridad, que aprueba las agresiones.
Se trata que los pueblos buscan reemplazar el poder del G-7, que agrupa a los países capitalistas más ricos, que ostentan ese poder mafioso, el del comercio desigual, el mundo financiero de rapiña, paraísos fiscales y cuentas secretas en la gran banca, negocio de drogas, control ultraexplotativo de la tecnología, industria de la guerra y tráfico de armas, de las transnacionales depredadoras de la naturaleza, los destructores de la capa de ozono que alteró el clima, de la explotación a los trabajadores, del poder mediático de los propietarios de la gran prensa, de los ejércitos de ocupación que han asesinado a millones en las guerras e invasiones como las de Irak, Afganistán, Libia; del bloqueo a Cuba, de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, los que asesinaron millones de judíos, los de tantas barbaridades contra la humanidad.
Los explotados, indignados y cabreados del planeta se insurgen contra este poder globalizado, que ha impuesto a sangre y fuego las políticas de liberalización de mercados, los atracos bancarios, crisis financieras y endeudamientos extremos que hipotecaron los países y los empobrecieron más; privatización de las empresas rentables; apertura extrema que en lo comercial y financiero afecta la producción local, impone los TLC, liquida a millones de productores, en beneficio de poderosas empresas que tienen multimillonarios subsidios.
Se busca, aún en forma dispersa, cambiar el poder del G-7 por el poder global de la humanidad, el G de 7 mil millones de seres humanos, víctimas de las crisis, la que deben pagar sus responsables y culpables; construir un nuevo orden mundial, de paz, solidaridad y desarrollo, sin explotación, guerras ni mafias. Que los ciudadanos tengan participación en las decisiones que afectan sus vidas.
Hagamos fuerza porque cambie la perversa institucionalidad reinante a nivel global. Apoyemos las iniciativas locales de adhesión a esta gran lucha social internacional.