Enorme presión mediática y en redes sociales se hacen sobre el COE NACIONAL para que permita a miles de personas asistir al fútbol, para mirar dos partidos: Ecuador vs Brasil, el jueves 27 y la Noche Amarilla, el 29 de enero. Esto, mientras la pandemia no da tregua, y los contagios rompen marcas por novelerías autorizadas o promovidas del mismo tenor: fiestas de Quito, de Navidad, en Año Nuevo, y el irrefrenable deseo de farra y danza, con trago de por medio en muchísimos casos, celebraciones a todo vapor y reuniones sin la responsabilidad, sin distancia social y prudencia necesarias.
Este comportamiento, irracional a todas luces, a más de lo que llevan en su mochila los antivacunas, ha llevado al país en muchos cantones a subir las alertas al máximo nivel, al color más alarmante, el rojo, y entre estas y las otras, hubo dos partidos de final del campeonato de fútbol, y en el último claramente se desbordaron los parámetros autorizados, lo que se desprende de los dichos de Juan Zapata, presidente del Comité de Operaciones de Emergencia (COE), quien manifestó: “Teníamos todos los informes de lo que pasó en el Capwell, ¿pero qué sentido tenía sancionar al estadio si el campeonato había terminado?”. Vaya criterio, sí había lugar a sanciones, pero como el agua ya pasó, y no se venían más partidos quedo todo impune. Error, señor Zapata, cometidas las infracciones se debió haber sancionado. Usted, acomodó su criterio y se lavó las manos.
En decisión por los antecedentes licenciosos, sorpresiva el COE, niega, bien, en mi criterio el que se jueguen con público dos partidos de fútbol al inicio mencionados. No se puede seguir jugando a la ruleta rusa, con las posibilidades de contagio con eventos que aglutinen a miles, sobre quienes no se puede tener el control necesario, casi puntual.
Vimos en las imágenes de las finales del fútbol ecuatoriano, que el respeto a la distancia resultó un cuento chino, que el uso de las mascarillas no era el adecuado o que directamente algunos, las tenían de adorno, en lo poco que se mostró ante la pantalla, pero de eso nadie comento nada, y el fútbol prevaleció. Si para el fútbol el veto es total, eventos masivos conciertos o presentaciones deben tener tratamiento similar.
Está claro que EL COE más allá de que sus buenas intenciones no ha sido fiel a sus propias reglas, si alguien cometió una infracción hay que sancionar y punto, por ejemplo. Esperemos que cuando este artículo se publique no haya cedido a las presiones futboleras, que se dan por los cuatro costados. Sería vergonzoso.
Capítulo aparte escribe la obsesión de la ministra de educación por llevar a los niños a las aulas, a los que los padres autoricen dice, pese a los peligrosos a los que se exponen, a la situación de contagios que se vive. Bien ha hecho la alcaldesa de Guayaquil, en oponerse, en ser más firme que el COE en este apartado.
El presidente del COE ha declarado que su principal preocupación son las personas, se le cree, por tanto, que sea lo suficientemente persuasivo al menos, para que no se arriesgue a los niños, jóvenes y docentes y a todas sus familias a contagios que pueden llevar y traer hacia las aulas y de las mismas. Primero el derecho a la vida proclama la Constitución, y eso es lo que se pone en peligro autorizando eventos que por importantes que se crean, no están por sobre la salud, y la existencia de la gente. Todo se puede recuperar, menos las vidas perdidas, que la política, las presiones económicas o las obsesiones y conflictos personales o luchas de poder, no se lleven por delante a inocentes, menos todavía a niños o personas mayores. El esfuerzo inmenso del Gobierno por vacunar no cese y que impere la sensatez y no el fanatismo de no vacunarse.