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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Fue nuestra ambición y pensamiento mágico perverso

08 de julio de 2021

El Ecuador es el país de la magia y del mito. Sus ciudadanos parecería que viven orientados por la imaginación. No responde a ese grafiti de Mayo del 68 en que los estudiantes dibujaban en las paredes de París “La imaginación al poder”. Digno y gratificante sería que este fuera el lema gobernara nuestras vidas. Se trataría de una ciudadanía que espera a que los problemas se solucionen de una manera mágica. Desde ese punto de vista somos unos “niños magos “que esperamos que “algo” o “alguien” venga en nuestro auxilio de manera espontánea y mágica.

“Don Naza” al igual que el Notario Cabrera, aprovechándose de ese espíritu mágico de los ecuatorianos estafaron a los incautos en cientos de miles de dólares. Por supuesto, cuando las pirámides financieras fracasaron no culparon a los estafadores. Culparon a la mala fe de la prensa y de la Fiscalía. Cuando en realidad el verdadero culpable eran los mismos incautos que no quieren ver de manera objetiva la realidad. Pues, esta, para ellos está supeditada a cuestiones del azar, la buena suerte o la magia. Nunca se hacen cargo de sus propias decisiones y su destino.

Es más fácil confiar en la lotería, que es una especie de impuesto a la estupidez, que partir del análisis de la realidad objetiva y concreta de sus propios actos y su entorno.

No importa de dónde provengan los recursos, lo importante es hacerse rico en el menor tiempo posible. Así como los seguidores de “Don Naza”, según una encuesta realizada, el 60% de los ecuatorianos está de acuerdo con la legitimidad de la evasión tributaria.

Y en la misma línea, no podemos olvidar el gran porcentaje de incautos que creyeron que un candidato de izquierda les ofrecía $ 1000 por su voto. Este es otra muestra de ese pensamiento mágico, ingenuo y perverso por medio del cual los ciudadanos piensan enriquecerse.

Una historia en que los ecuatorianos nos asumimos como bobos víctimas de la perversidad del Otro. Son los otros aquellos que nos han robado, nos han estafado y se han aprovechado de nosotros.

La historia del Ecuador nos hace ver a nosotros mismos como víctimas del destino. Fíjense. Colombianos y peruanos no robaron territorios. Ganamos una guerra y como trofeo nos dieron una cuadra de territorio con césped.

Si nos vamos más atrás en la historia del Ecuador, somos resultado arquetípico del español violador, ladrón y usurpador de “nuestras tierras, del oro y de la plata que se llevaron por toneladas. Hijos de un padre violador y una madre violada. Pobre concepto que tenemos de nosotros mismos.

Por ello vemos que es lícito pedir que España y el Papa nos pidan perdón. También vemos como lícito que nos “devuelvan nuestras tierras”. Pues, de algún lado debemos obtener y acumular riquezas.

Si estamos como estamos no es por culpa de la conquista española, el Fondo Monetario Internacional, o del Banco Mundial. Estamos así porque tenemos una sociedad civil desorganizada y tolerante con la corrupción. Estamos así porque no entendemos la historia tal y como es, sino que vivimos en un pasado romántico y de ensueño. No vivimos ni el Tahuantinsuyo ni un virreinato. No me vengan a decir que los incas, aztecas o mayas fueron pueblos más benevolentes y pacíficos que los españoles. No me vengan a decir que fue “Don Naza” quien nos condenó. Fue nuestra ambición y pensamiento mágico perverso.

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