“Este es el sexto ataque armado en la provincia de Esmeraldas en lo que va del año.”, así iniciaba un artículo de diario EL TELÉGRAFO el 20 de marzo pasado, horas después de que en el sector de Mataje, tres de nuestros soldados perdieran la vida, en el cumplimiento de su deber, al ser afectados “(…) por la detonación de un artefacto explosivo artesanal colocado a un costado de una carretera”, citaba así el comunicado oficial del Ministerio de Defensa.
La noche de ese mismo 20 de marzo, el Primer Mandatario ecuatoriano se dirigió al país mediante cadena nacional afirmando que los referidos hechos inhumanos se debieron como reacción al trabajo que el Gobierno Nacional ejecuta desde 2017 para combatir la delincuencia organizada transnacional y así velar por la seguridad de los ecuatorianos en la zona, y consecuentemente la paz territorial; trabajo que ha dado frutos significativos: entre otros, la captura de más de 10 miembros relacionados a bandas delictivas.
Al día siguiente, se plasmaban en la cuenta Twitter del Ministerio de Defensa expresiones del ministro a Teleamazonas: “El país requiere de unidad nacional (…) es fundamental escuchar a las personas, con el fin de que aporten con sus conocimientos (…) para que esta sea una tarea de todos (…)”. Sus palabras son un eco de gran potencia, pero también de ser pragmáticos con el fin de fortalecer aún más la estrategia de Ecuador frente a quienes equivocadamente hacen de la violencia su “mejor” arma: invitemos al general Paco Moncayo, al general Frank Vargas o al coronel Lucio Gutiérrez, por citar algunos nombres (hay más, desde luego), quienes cuentan con experiencia de vida en situaciones de esta naturaleza, y pueden ser de gran ayuda.
El presidente Lenín Moreno ha sido enfático para con quienes irrespetan la dignidad humana: ¡No nos van a amedrentar! Recuerdo las palabras del expresidente Velasco Ibarra: ¡Sin amilanarse! Bien, todos, desde un solo frente: ¡Sin amilanarnos! (O)