Publicidad

Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Fraude institucional

03 de julio de 2012

Qué importan los resultados cuando el procedimiento, el fraude, ha sido institucionalizado. No porque lo digan algunos mexicanos, como Miguel Ángel Ferrer, debemos aceptar tal enunciado. Bastan unas horas de televisión, llenas de estupor, para llegar, con propios ojos y oídos, a  esta penosa inferencia, más penosa ante la grandeza, en muchos sentidos, de un país como México.

El 1 de julio fueron las elecciones y a lo largo de la jornada se fueron evidenciando tantas fragilidades electorales, como a propósito, para que el fraude pueda operar.

Con una masa de casi 80 millones de personas aptas para votar, México todavía no tiene un padrón electoral confiable. Por eso a las personas les pintan los dedos, se debe usar una pluma con tinta indeleble para que la elección ciudadana no sea burlada.

Hubo 13.000 observadores internacionales y más de 41.000 delegados que debían vigilar que nada se distorsione, nada se birle.

Y a pesar de todo, en medio de una calma celebrada por las cadenas informativas que tanto inciden en la elección, Peña Nieto siempre fue el candidato de Televisa, los problemas se presentaron. No hubo suficientes boletas, como dicen ellos, papeletas nosotros, y así mucha gente se encontró con la sorpresa de no poder consignar su voto.

No toda la ciudadanía goza de un documento como nuestra cédula, que no admite incertidumbres, y parte de ella -nunca se dijo el porcentaje- se acerca con una especie de carnet provisional que despierta muchas dudas, suspicacias.

Sin un bien elaborado padrón y sin una identidad definitiva, los mexicanos deben tomarle foto a unas actas como garantía de que no han sido intervenidas.

Esos 80 millones de personas votan con un sistema anacrónico, elemental, primitivo, como si de una elección en algún gremio se tratase.

El domingo, mientras Andrés Manuel López Obrador, el candidato del PRD, una alianza de izquierda, no se pronunciaba porque la diferencia con el candidato del PRI -la vuelta de los dinosaurios, aunque más bien la continuidad porque el PAN, vinculado al clero, siempre fue más de lo mismo- tendía a acortarse, el IFE (Instituto Federal Electoral) adelantó el anuncio de los resultados a boca de urna, con una tendencia más clara, más amplia, a favor del PRI. ¡Bum! Quedó todo sepultado, quítense cualquier esperanza.

Me quedó una agria sensación: México ha tenido tanta grandeza “nomás” para que sea absorbida por un aparato oxidado, sucio. Los mexicanos indignados deberán esperar, acumulando, probablemente, más indignación.

Contenido externo patrocinado