La famosa Escuela Nacional de Administración, ENA fue fundada en 1945 por el entonces presidente de Francia, Charles de Gaulle, inmediatamente después de la II Guerra Mundial. Y su objetivo principal fue precisamente la reconstrucción de Francia y la renovación del Estado. Lo que se buscó es la generación de un grupo de individuos que disponga de la capacidad de actuar en política con base al interés público. Por esta parte del mundo también se creó la Fundación Getulio Vargas, FGV en Rio de Janeiro con igual propósito de la ENA el de formar servidores públicos que fortalezcan al Estado brasileño.
Las dos instituciones de estudio superior a nivel de posgrado son un referente mundial en la formación de los futuros gobernantes y gestores público de esos países. La formación de funcionarios públicos competentes y con ética en el trabajo es un compromiso impostergable para cualquier Estado del mundo. En el caso francés, es un requisito que todo político o funcionario público para ocupar una función en ele Estado antes haya pasado por las aulas de la ENA.
En nuestro país tenemos al Instituto de Altos Estudios Nacionales, fundado en 1972, que es la primera universidad posgrado del país, como responsable de la formación y capacitación del servicio público nacional. Esta universidad pública del Estado es el espacio natural para la formación de políticos y servidores públicos de todos los niveles de gobierno. Se debería seguir la experiencia de la ENA francesa y la FGV brasileña, que, para poder ocupar cualquier cargo público, y más aún los de alto escalón de gobierno, los gobernantes tengan la obligación de cursar en el IAEN para tener conocimientos básicos de lo que es el Estado, la administración pública, las políticas públicas y el gobierno. Claro está, que el componente de la ética en el manejo de los recursos públicos es sustantivo y necesario su aprendizaje en todos los niveles de estudio.
No es posible que tengamos gobernantes y servidores públicos sin la mínima idea de los que significa el compromiso y la complejidad enorme de la gestión pública. Ya sabemos y con mucho dolor y consecuencias desastrosas, que no es suficiente discursos vacíos acompañados de campañas electorales poderosas, pues se requiere de gente capacitada y comprometida, que puedan crear y gestionar lo que ellos mismo ofrecen en sus campañas electorales. Ojalá los líderes de nuestro país perciban la gran oportunidad que tienen el IAEN para formarse junto con sus equipos de trabajo con conocimiento técnico adecuado y una moral a toda prueba en el manejo eficiente de las instituciones y de los recursos del Estado nacional. No se ha descubierto otra vacuna para el déficit de gobierno que no sea la educación y la formación de la sociedad. (O)