La capacitación de los agentes de seguridad penitenciaria debe ir más allá de la teoría del respeto a las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos; se requiere de una formación recia y firme para que en la interacción que tendrán con los reclusos se mantengan incólumes a la concomitancia y complicidad que podría surgir, para evitar ser captados fácilmente, sumado a un estricto control disciplinario de las personas privadas de la libertad.
Por ello quienes aspiren a ingresar a la escuela de formación penitenciaria deben pasar por un riguroso proceso de selección en donde se incluya una investigación de su historia personal, pruebas toxicológicas y poligráficas que deben ser repetidas cada período de tiempo; la vocación por el trabajo social es un factor importante si se quiere propender a que no solo sean custodios, sino que coadyuven a la rehabilitación social.
Que no ocurra como en épocas anteriores que sirvió como un nicho laboral para desempleados cuya idoneidad estuvo en duda.
El Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad tiene un reto importante, retomar el control y cumplir con el postulado constitucional que es la rehabilitación integral de las personas sentenciadas penalmente para reinsertarlas en la sociedad, la protección de las personas privadas de libertad y la garantía de sus derechos. El Estado debe visualizar las oportunidades laborales para los exconvictos, porque la sociedad aún se resiste a recibirlos tras un pasado delictual.
El Programa de Asistencia contra el Crimen Organizado de la Unión Europea –EL PAcCTO, a través del componente de Sistemas Penitenciarios posee los recursos para ayudar a mejorar la gestión y las capacidades operacionales de las instituciones penitenciarias, el régimen y tratamiento de la población penal, así como la inteligencia penitenciaria en América Latina, varios países han sido beneficiados con esta capacitación para combatir el crimen organizado dentro de las cárceles.(O)