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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Indicador del alma

11 de junio de 2020

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), puso el dedo en una de las llagas de la ideología global-capitalista y sus aparatos tecnocráticos. Anunció que está impulsando la creación de nuevas formas de medir la realidad social, es decir, la reformulación de los indicadores.

Para comprender el alcance de las declaraciones de AMLO hay que conocer lo que ha significado la “medida” en la historia social, económica y política de Occidente y del mundo. Recordemos, por ejemplo, que uno de los puntos críticos de la Revolución Francesa fue justamente la estandarización de las medidas, a partir de lo cual se impuso el metro, el mismo que se introdujo progresivamente en casi todos los países.

Los poderes mundiales han impuesto a lo largo de la historia las medidas, como una forma más de control. De esa tradición nace una serie de indicadores que promueven el crecimiento de la producción, por lo que muchos países hacen alarde del crecimiento de su PIB, sin que ello se traduzca en el bienestar de su población.

López Obrador ataca la tradición fisiocrática y señala que, aunque interpretará la realidad a partir del PIB, para cumplir con los requerimientos de los organismos internacionales, entre ellos el FMI, ha formado una comisión para que creen un nuevo parámetro que mida tanto el bienestar material como el del alma, y contemple parámetros de justicia, honestidad, crecimiento con cultura y felicidad.

Las declaraciones de AMLO deben ser comprendidas en una coyuntura de transformaciones económicas y culturales profundas, que reflejan un cambio civilizatorio global. De alguna manera, China también está poniendo en cuestión formas de medición de la realidad, en las cuales la potencia asiática depositó su fe, en coherencia con su religión planificadora-futurista. Su Asamblea Nacional Popular, ajustándose a las declaraciones de gobierno, anunció al mundo que, por primera vez en décadas, no tendrán un objetivo preestablecido de crecimiento de su PIB y que se concentrará en la reducción de la pobreza en su país.

La postura de México y de China muestra que no solo las medidas sino el propio concepto de indicador están en crisis. No sirven porque el objeto cambia, y porque cambia el mundo. (O)

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