La semana anterior pude participar en el VII Foro Global de Baku, la capital de la república de Azerbaiján, en donde se dieron cita no solamente varios expresidentes de diferentes países del mundo, sino también pensadores de talla universal, políticos, académicos.
Uno de los temas planteados y en el que me tocó exponer, fue la pregunta a la que debíamos responder los panelistas: ¿Estamos asistiendo al fin de la Globalización? Las respuestas fueron diversas pero hubo un acuerdo general: la globalización es un fenómeno y una realidad de largo aliento, que no se puede borrar por el simple hecho de quererlo. También se reconoció que ha traído prosperidad, incluso a economías pequeñas que se han visto beneficiadas con la apertura de los mercados y el abaratamiento de los costos de bienes de primera necesidad.
En mi caso, sostuve la evidencia de la globalización basada en tres ejes que no son discutibles: 1) El avance de la ciencia, la tecnología, la innovación, que acerca a todos la posibilidad de interactuar con diversos aparatos y comunicarnos de un extremo a otro del globo, gracias a los satélites de comunicaciones y a la tecnología digital. 2) La interconexión de las finanzas mundiales, que hace que incluso las economías más grandes, tengan una interdependencia que es evidente. 3) El medio ambiente, con los efectos del cambio climático, que hace que sintamos que estamos en un mismo barco en medio del universo.
Además de lo global, debemos tener en cuenta a lo local, a lo que constituye nuestra identidad, nuestras particularidades con el mundo de la cultura, lo étnico, la gastronomía, la religión. La globalización, a mi entender, es una especie de herramienta que puede ser usada para mal o para bien. La idea es que se use para bien en búsqueda de un desarrollo armónico en el que estas nuevas tecnologías y herramientas jueguen un rol cada vez más importante.
Por ello es necesario hablar de un mundo Glocal, un neologismo que permite acceder a una realidad que debemos atender, para que no choquen los conceptos sino que más bien se acoplen y adapten. Si anteponemos la necesidad de atender a la presencia de la ética, podemos configurar un mundo más justo, más humano, aprovechando lo mejor de la globalización, pero que bien puede ser humanizada con la vigencia de una ética y de lo que permite entrever el concepto de lo Glocal. (O)