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El Telégrafo

¿Fin de la política?

17 de septiembre de 2012

Extraño título de un artículo en uno de los diarios de la capital que hace tiempo se decantó por ser un actor político y juez.

Lo llamativo de este artículo escrito por un reconocido militante de la izquierda alfarista es que, partiendo de postulados de la decrépita post-modernidad -donde la política fue descentrada del escenario social; donde la exacerbación culturalista sustituyó o quiso hacerlo, al conflicto social-, afirma que la política toca su límite en las estructuras de las funciones del Estado ecuatoriano actual (?).

Este trastocar los tiempos, haciendo pasar décadas pasadas de neoliberalismo por disputas por el poder ahora, no tiene mucho sentido, ni coherencia. Ahora, increíblemente las instituciones deben ser la expresión política de la sociedad, del pueblo; dejando de lado las formas no estatales, donde la política no es reducida al campo republicano.

Peor aún, es creer que lo público es lo estatal, es un peligroso reduccionismo. Sin duda que lo estatal puede fortalecer lo público o lo opuesto, como ha pasado en el Ecuador: donde el Estado neoliberal se encargó de reducir lo público a cambio de ensanchar lo privado a tal grado que hasta los parques recobraron la vieja prerrogativa de permitir el acceso a quienes consideren que lo merecen.

Aquella vieja política de dividir en dos mundos la vida social: la república de blancos y la república de indios.

Así que dichas opiniones, no son más que un error analítico, cuando se quiere sobreponer e imponer análisis o teorías elaboradas en otros contextos y de otros contextos; y que compete contextualizarlas para intentar comprender realidades particulares, sino afirmaciones como las Bauman, situadas en narrativas hiladas desde los griegos pueden hacernos creer que la realidad, nuestra realidad, es una realidad históricamente equivocada.

Un equívoco perpetuo. Algo parecido ha pasado con autores como Zizek, que bajo el brazo de cierta “militancia” de pronto sustituyó al viejo manual de economía política de la academia de ciencias de la URSS. Sin duda que la teoría tiene un carácter universalista pero, también, sin duda hace falta un gran esfuerzo por sobrepasar la teoría y confrontarla con las particularidades históricas y regionales.

Caso contrario poco es el aporte a la reflexión, de las ciencias sociales en relación a la sociedad que demanda de ella coherencia entre sus premisas y su eficacia metodológica, sobre todo para comprender lo que es un conjunto de realidades particulares, como el caso de los pueblos y nacionalidades: un esfuerzo de trabajo, no solo de escritorio, sino de exploración del trabajo de campo, bajo, sin duda, un paraguas político e ideológico.

Así que la política no es susceptible de tener un fin; si acaso eso es posible, significaría, simplemente, el fin de la especie…que por ahora anda bien apertrechada de ira, pero sobre todo de disposición a disputar los espacios públicos del viejo liberalismo que nos encarceló en una celda llamada república.

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