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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

¿Fin de la era Erdogan?

08 de diciembre de 2015

Cuando el presidente Recep Tayyip Erdogan declara que considerará una agresión a Turquía cualquier derribo de aviones turcos sobre el territorio de Siria; óigase bien, sobre territorio sirio, no turco, demuestra que está apadrinado por EE.UU. y la OTAN, protectores del Estado Islámico (EI). Solo así se explica esta fanfarronada, y es de suponer que los atentados perpetrados en el mundo entero por el EI han contado con la venia de Erdogan, que concede a los terroristas paso libre a través de la frontera turca, por la que también sale el contrabando del petróleo que los financia. Es imposible imaginar que el servicio de Inteligencia de Turquía, MIT, y los de Occidente desconocieran lo que sucede; todo lo demás es un soberano embuste.

Erdogan, luego de que el presidente Vladimir Putin le propusiera una alianza económica, firmó la propuesta: ampliación del gasoducto submarino; la compra de gas ruso a bajo precio y la construcción de varias centrales nucleares. Pero tanta belleza no podía ser aceptada por Washington que, para que Erdogan escarmentara, lo debió agarrar por el cogollo hasta que recule. Eso explica el derribo del Su-24 y su declaración de que Turquía no se iba a disculpar y que, más bien, Putin debía disculparse por haber violado el espacio aéreo turco.

Para salir del berenjenal en que se hallaba, alegó desconocer la nacionalidad del avión derribado, lo que es una soberana mentira porque el presidente Putin había informado a la coalición encabezada por EE.UU., de la que Turquía forma parte, todo lo concerniente a las operaciones aéreas rusas sobre territorio sirio.

Según informa el Daily News, en Turquía se detuvo a altos oficiales del Ejército; se los acusó de alta traición por desvelar secretos de Estado. Habían impedido la partida de un convoy del MIT, con armas destinadas a terroristas (las autoridades habían declarado que esos camiones llevaban ayuda humanitaria). Por el mismo caso se arrestó a cuatro fiscales y al exjefe de la Gendarmería. Así, cae por los suelos la acusación de Erdogan de que Rusia había bombardeado a civiles turcomanos que recibían ayuda humanitaria.

Los periodistas que informaron de la presencia de armas en dichos vehículos fueron detenidos y encarcelados por igual motivo. Al pueblo que defendía a los arrestados, como siempre, palo con ellos. Según el presidente Putin, “Alá decidió castigar a los gobernantes turcos quitándoles la razón”, y añade: “Sabemos quién se está llenando sus bolsillos en Turquía y permite ganar dinero a los terroristas… Mientras tanto, el pueblo turco es bueno, trabajador y talentoso. En Turquía tenemos muchos amigos de confianza. Y hago hincapié en que no establecemos una igualdad entre ellos y los gobernantes, que son responsables directos de la muerte de nuestros militares en Siria”.

De lo antedicho se concluye que Erdogan hace el juego a EE.UU. y no es un impredecible, como lo intenta presentar la canciller Merkel. Lo que ha hecho pone fin a su carrera política, pues él, igual que todos los títeres, tiene sus días contados. (O)

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