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El Telégrafo

Fidel y la historia

20 de agosto de 2011

El epígrafe de la “Consagración de la Primavera” de Carpentier,  menciona que hay  personas que en su recorrido vital encarnan todos los sucesos de su tiempo. Fidel Castro, a lo largo de sus 85 años, ha sido, desde la segunda mitad del siglo XX, partícipe de  los grandes cambios históricos de la centuria en la que ha vivido. 

Desde 1953 con el asalto al Moncada, su nombre y presencia han llenado las notas de prensa hablada y escrita. No solo como  héroe victorioso que entra en La Habana los primeros días de enero del 59, sino porque  la temprana animadversión estadounidense hacia el proceso que lideraba  empieza a destacarlo como el pequeño David bíblico enfrentado a la más poderosa potencia, en la cual ya nueve presidentes han tratado de destruirlo, sin lograrlo.

Protagonista y testigo de los grandes acontecimientos de postguerra, vence junto a su pueblo la invasión de Playa Girón y declara el carácter socialista de la Revolución. La solidaridad es una de las características de ese proceso y así, la guerra de Vietnam encuentra en él un firme apoyo. Por eso, cuando Fidel conoce a Vo Guyen Giap,  este le agradece y lo llama “invencible” al responder a su saludo.

Una de las páginas más gloriosas es su intervención en África, pagando -como él decía- la deuda histórica con una de las grandes madres de Cuba. Con sangre de isleños se independizó Namibia y los afrikaans del  oprobioso apartheid debieron retroceder y al fin entregar el poder a quien fue símbolo y bandera en los largos años de horror: Nelson Mandela, que después de su liberación hizo una de sus primeras visitas a Fidel y a Cuba, y que poco tiempo después lo recibió junto a sus compañeros que coreaban ambos nombres.

Ningún latinoamericano ha despertado el interés mundial como Fidel. Fue visitado y lo es aún por las más importantes personalidades del mundo, que han desfilado por su casa, haciendo presente afecto o profundo respeto hacia quien ha presidido  los Países No Alineados y ha sido consecuente amigo de todos los pueblos en lucha. Las votaciones contra el bloqueo en Naciones Unidas así lo muestran.

En las horas más difíciles para Cuba la solidaridad con quienes  necesitaban su ayuda  ha sido invariable. La Escuela Latinoamericana de Medicina, donde se forman los profesionales que servirán en sus países a los más pobres,  es un ejemplo. Apartado del poder,  su voz es hoy la de un profeta que señala con clarividencia el camino hacia un futuro  del  mundo  sin opresión ni miseria.

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