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El Telégrafo

Ficción en la soledad del artista

04 de julio de 2012

La obra pictórica de Marco Terán contiene cierto misterio de viejos grafitos y figuras rupestres impregnadas en las ruinas de milenarias cavernas. El sentido prehispánico se conjuga con miradas de rostros desconocidos, provenientes de otros lares, desde donde emergen reinos de eternas fábulas.

En los cuadros expuestos quedan trazados códigos de culturas distintas, en una amalgama multicolor que fluctúa entre la admiración y el asombro. Es un anuncio profético de la diversidad humana a partir de la correlación cosmopolita y universalización creativa.

Cabe apreciar a seres de una flora y fauna que se enriquece en la inmensidad de la paleta imaginaria, para lo cual se advierte una paciente tarea de entretejido conceptual y de una búsqueda consciente en pos de construir un rastro particular en el hemiciclo plástico.

Marco Terán es un ser paciente y pausado, que labora con minuciosidad en largas jornadas con el afán de perpetuar su propuesta y de situar su firma desde el reconocimiento del ojo receptor. Es un artista que devela sus sensaciones internas a través de la lluvia inconmensurable de los colores que emanan del arco iris. 

En su imaginario reaparecen mujeres voluptuosas con ansias proclives a surcar horizontes insospechados, alrededor de cirios y lámparas encendidas. Es un guiño a las sensaciones prohibidas y al deseo carnal extendido por los siglos de los siglos. 

“Ficciones”  titula su última producción gráfica, la cual recrea los sentidos más allá de lo real. Denominación pertinente de una caracterización artística que solaza el entorno vivencial del autor y genera pautas de sensibilización con la fuerza cromática, reflejada en los violetas, azules y dorados.

Es la descripción de la añeja tentación que corroe al hombre con el paso del tiempo, desde la imprecación de la manzana. Es la huella del pincel a propósito de la exploración  que provoca el arte. Se proyecta la piel ajena, a partir de la utilización de vistosas máscaras que esconden rabias y temores, dudas y acechanzas.

Marco Terán, desde su condición de autodidacta, redime sus inquietudes y revela aspectos que se superponen con la diaria rutina. Su refugio es el arte y su intención suprema: cristalizar sueños en el blanco lienzo, con soltura y oficio, más allá de lo fugaz. Su tarea se encauza por los nobles linderos de la estética vital.

Pintura con alas propias que se desplaza con libertad en el cielo inmenso que cobija sin ambages al drama humano.

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