No estalló nada. Ni el dólar volvió a dispararse y todo sigue igual en Argentina y hasta el presidente electo fue bien recibido por el mandamás del Sistema, mister Donald Trump. El reciente triunfo electoral del matrimonio político con más prensa de la temporada, entre Alberto y Cristina Fernández apenas si tuvieron tiempo para los festejos.
Cuando todos esperaban otra devaluación postelectoral, Fernández ya venía acordando mínimamente con el macrismo, para tener la fiesta en paz. Solo así, Mauricio Macri, generó la mejor medida de sus cuatro años de Gobierno: convocó a su sucesor a desayunar para ordenar la transición. Algo normal en todo el mundo pero inusual entre los argentinos.
Tras cartón, algunas declaraciones para tranquilizar a los mercados y un viaje a México que concluyó ayer, siguiendo los consejos de sus amigos, los socialistas españoles (en especial Felipe González) para asegurar que Carlos Slim, siga invirtiendo fuerte en Argentina.
Durante su gestión que comenzará el próximo 10 de diciembre, Fernández necesitará hasta el último dólar para dar vuelta la realidad. Aquello será tierra arrasada por la mediocridad, la ausencia absoluta de política y la fuga indiscriminada de dólares.
De paso se reunió con Mauricio Claver Carone, nuevo encargado para Latinoamérica y el Caribe, de la Casa Blanca, a quien le aseguró que Argentina pagará la deuda. Lo dicho ya con anterioridad, esta nueva versión del kirchnerismo gobernante, fiel al gen peronista, viene para cumplir las deudas y ajustado a los nuevos tiempos que corren en el mundo.
Ahora fue con Slim, la próxima estación serán las petroleras. Argentina tiene todas las esperanzas de recuperación puestas en el yacimiento de Vaca Muerta.
El equipo de Fernández ya dejó saber que hay contactos con varias empresas estadounidenses para su explotación, con regalías para el país. Por ahí va Fernández, urgido para evitar el amenazante caos y enderezar el rumbo de un país sin rumbo, fin. (O)