En días pasados me enteré de una noticia que me alegró mucho, el ingreso el próximo 14 de Julio de Gustavo Kuerten al Salón de la Fama del Tenis Internacional, en ceremonia a realizarse en su sede de Newport, Estado de Rhode Island en los Estados Unidos. Más que merecido por todo lo que significó para este deporte, no solamente en su natal Brasil, sino también a nivel global.
Por eso, sé que millones de fanáticos del tenis en todo el planeta deben estar sintiendo lo mismo que yo, pues “Guga”, como se lo conoce popularmente, se convirtió en un ídolo para muchos, no solamente por su talento, su juego vistoso, fluido, agresivo, con un espectacular revés a una mano con el que conseguía tiros ganadores desde cualquier posición de la cancha... sino porque, además de ser un gran tenista, el brasileño demostró siempre ser aún mejor persona, siempre conservó su sencillez, nunca adoptó poses de estrella, siempre relajado, sonriente, bromista, por eso era admirado por todos, rivales, amigos y todos quienes lo conocían.
“Guga” siempre ha tenido una actitud positiva tanto dentro como fuera de las canchas de tenis, a pesar de que la vida le propinó golpes duros a muy temprana edad. Su padre, Aldo, quien era un jugador de tenis aficionado, lo guió en sus primeros pasos y le transmitió su gran pasión por el deporte. Lamentablemente, Aldo murió repentinamente mientras arbitraba un partido en un torneo juvenil, cuando “Guga” tenía apenas 8 años de edad.
Su madre, Alice, quedó viuda con tres pequeños hijos, el mayor Rafael, Gustavo y Guilherme, afectado por una parálisis cerebral, discapacitado y con la necesidad de cuidados permanentes. Como él mismo ha declarado, todas esas experiencias lo hicieron más fuerte y su familia ha sido y sigue siendo su inspiración. Durante todos estos años mantuvo presentes las enseñanzas de su padre y le regalaba todos sus trofeos a Guilherme, quien murió en 2007. Admira mucho a su madre, quien sola supo sacar adelante a sus hijos; así como también a su hermano Rafael, su mejor amigo y quien siempre manejó la parte financiera de su carrera.
Kuerten nació el 10 de septiembre de 1976, en Florianópolis, ciudad ubicada en una pequeña isla del Estado de Santa Catarina, donde “Guga” practicaba también el surf, su otra pasión. En esta localidad, en la década de los 80, no había más de cinco canchas de tenis en toda la ciudad.
Quién se iba a imaginar que en esta pequeña playa turística había nacido un futuro tricampeón de Roland Garros, número 1 del mundo y, además, considerado uno de los mejores deportistas de la historia de Brasil, junto a ídolos como Pelé, Ayrton Senna y otros grandes.
Una persona que jugó un papel vital en el desarrollo tenístico de Kuerten fue su entrenador Larri Passos, quien pasó a ser también una figura paterna y lo acompañó desde sus primeros torneos infantiles y durante casi toda su carrera como profesional. La primera vez que escuché el nombre de Gustavo Kuerten fue de la boca del ex tenista profesional y ex jugador de Copa Davis de Brasil Iván Kley.
“En Brasil hay un chico Kuerten que va a ser muy bueno, tiene una mentalidad diferente a todos los tenistas juveniles de Brasil, es un trabajador incansable”, dijo Kley; y yo rara vez me olvido de frases así, especialmente cuando vienen de personas conocedoras del deporte. Vaya que fueron proféticas las palabras de Iván, aunque creo que ni él se imaginó todo lo que “Guga” conseguiría.
Recuerdo la primera vez que lo vi jugar, fue en enero de 1994 en un torneo juvenil en Caracas, Venezuela, donde viajé como entrenador de Nicolás Lapentti. Ambos jugaron la final de singles, que fue ganada por el brasileño, pero Nicolás, junto al venezolano Kepler Orellana, se tomó la revancha, venciendo a “Guga” y su compañero Ricardo Schlachter en la final de dobles.
Ese mismo año “Nico” y “Guga” deciden jugar juntos en Roland Garros juvenil y se coronaron campeones, tal vez poca gente sabe que ese fue su primera corona sobre la arcilla parisina. Posteriormente pude estar presente en otro enfrentamiento entre ambos en diciembre, en Miami Beach, en la final del Orange Bowl, donde Nicolás lo venció y juntos llegaron a la final de dobles.
No había pasado tanto tiempo desde esa época de torneos juveniles y el 8 de junio de 1997 “Guga” daría una de las más grandes sorpresas en la historia del tenis mundial, ganando el abierto de Francia con 20 años de edad y ranqueado 66 en el mundo. Las semanas previas, mientras los grandes favoritos venían de competir en los grandes torneos como Roma, Montecarlo y Hamburgo, Gustavo culminaba su preparación ganando el challenger de Curitiba, Brasil.
En el torneo parisino, el joven brasileño iba dejando rivales en el camino y empezaba a generar mucha expectativa para colarse en la gran final. Venció a dos ex campeones del torneo, el austríaco Thomas Muster (ganador en 1995) y el ruso Yevgeny Kafelnikov (1996). Su rival en la final fue el español Sergi Bruguera (campeón 1993 y 1994 ), quien era el favorito.
Muchos pensaron que los nervios normales de una primera final de Grand Slam a tan corta edad y con tan poca experiencia serían una carga demasiado pesada para “Guga”, sin embargo la juventud se impuso a la experiencia y los que vieron el partido nunca olvidarán la soltura, la alegría, la despreocupación con que jugó y dominó en tres rápidos sets al catalán en 1 hora 50 minutos... acababa de nacer una estrella. En sus declaraciones, “Guga” manifestó: “Jugué como juego en un entrenamiento y lo disfruté”. Siempre ha sido su filosofía de vida, él disfruta y se divierte en todo lo que hace.
Quizás por eso el público se identifica tanto con él, ya que ven a alguien que verdaderamente siente pasión por este deporte y que mantiene ese espíritu amateur, a pesar de que se haya convertido en su trabajo. En 2000 gana su segundo título en París, derrotando al sueco Magnus Norman, en una final muy reñida, en la que “Guga” necesitó de 11 match points antes de cerrar el partido.
Ese sería el mejor año de su carrera, ya que en diciembre, en Lisboa, Portugal, en una cancha cubierta, rápida, que no era su favorita, derrotó sucesivamente a Kafelnikov, Andre Agassi y Pete Sampras, para llevarse el torneo de Maestros y cerró el año como el tenista número 1 del planeta.
Su tercer triunfo lo obtuvo en 2001, venciendo en la final al ibérico Álex Corretja, un verdadero especialista en canchas lentas, pero “Guga” se recuperó de la pérdida del primer set y tras un segundo set equilibrado arrasó a Álex en el tercero y el cuarto.
Pero la anécdota que muchos recuerdan de ese torneo fue cuando después del partido de cuarta ronda contra el norteamericano Michael Rusell, en el que tuvo que salvar match points y ganarlo viniendo de atrás, agradeció el apoyo incondicional del público francés dibujando un inmenso corazón en la arcilla roja de París.
Ese sería su último gran triunfo, posteriormente las lesiones y operaciones, especialmente una en la cadera, no lo dejarían alcanzar el mismo nivel otra vez y lo llevarían al retiro definitivo. Su último partido sería justamente en Roland Garros 2008, el escenario de sus grandes hazañas y el lugar donde recibió siempre todo el cariño y admiración del exigente público parisino.
Tuve la oportunidad de compartir gratos momentos y recuerdos con “Guga” en mayo del año pasado, en el matrimonio de su amigo de siempre, Nicolás Lapentti, al que asistió acompañado de su esposa, con quien tiene una niña de un mes de edad, llamada María.
Actualmente se dedica a su fundación, el Instituto Guga Kuerten, fundado en 2000 y que sigue creciendo y atendiendo a miles de discapacitados, a obras de caridad, a la marca de ropa que lleva su nombre, estudia y hasta actúa en teatro. Además, está implementando un proyecto tenístico para jugadores juveniles y está trabajando para llevar la Copa Masters de Tenis a Brasil para 2014.
Una agenda muy ocupada, pero sé que va a tener éxito en todo, tal como lo tuvo dentro de la cancha de tenis, y lo hará con el optimismo, ganas y alegría que lo caracterizan.
¡Felicitaciones por este merecido reconocimiento “Guga”!