En estos días se habla, peyorativamente, claro está, de la fanesca. Es una fanesca de propuesta, se escucha en la tele, a propósito de un evento político. Pero como se acerca el verdadero sentido de este potaje contundente, veamos uno de sus significados.
Oteando -tal es la palabra- la web se puede encontrar ciertas palabras. Precisamente en el País Vasco hay un plato llamado faneca, que es una sopa de pescado. Su nombre científico es Trisopterus luscus, conocido como faneca, que es un pez perteneciente al grupo del bacalao familia (Gadidae). El diccionario informa que el origen etimológico viene del euskera bakailao. ¿Será nuestra fanesca pariente de ese plato? Puede ser, ya que nada se pierde con proponer una investigación futura. Por lo demás, hay que recordar que el nuestro también tiene bacalao, pero ahora nos llega desde Galápagos.
Pero el sentido de la fanesca es más profundo. En un antiguo texto que recupero señalo que lo que le da sentido es la confluencia de los diversos pisos ecológicos, porque sería impensable, por ejemplo, que una familia que cultiva habas, sobre los 3.000 metros pueda obtener, en la misma chacra, maní o ají, que es de otra altura. Y eso también somos: una complementariedad entre hermanos.
John Murra refiere que en los antiguos pueblos peruanos-bolivianos se practicó el sistema de ‘archipiélago vertical’, mientras que los pueblos del actual Ecuador, “debido a las características de los Andes en esta región, el acceso de los recursos de los diferentes nichos ecológicos se dio mediante el sistema llamado por Udo Oberem como ‘microverticalidad’”. Esta microverticalidad no es otra cosa que usar los campos de cultivo en diversos pisos ecológicos, de tal manera que se pueda volver el mismo día, como dice el estudio en la Nueva Historia del Ecuador.
Aquí el meollo para entender la fanesca: “se practicó el trueque de productos de diversos pisos ecológicos”. En otras palabras, mientras en el área peruano-boliviana sembraban casi monocultivos, como tubérculos, los anteriores pueblos de los señoríos étnicos (caranquis, quitus, pastos, manteños) intercambiaban productos, como los granos, presentes en esa delicia, incluido el bacalao. Se conoce también de una preparación anterior al arribo de los ibéricos, en una mezcla de varios granos.
Desde la vertiente de la tradición, esta vez del mundo católico, estaba el hecho de que en los días de Semana Santa no había cómo bañarse, a riesgo de convertirse en pescado; y peor insultar a alguien porque se estaba ofendiendo al mismísimo Jesús. Sobreviven también las procesiones y una en especial conmueve: la de Salinas, en el Valle del Chota, en Imbabura. Son afrodescendientes que, vestidos de romanos y con un Cristo negro, caminan por las calles. Es extraño, aún se recuerda el legado de los curas jesuitas, quienes los trajeron como esclavos hace siglos.
Y algo aún más importante: la fanesca se hace en familia extendida, si no, ¿quién va a pelar tanto grano? Creo que esa es nuestra mayor riqueza como pueblo.