El terrible asesinato de María Belén Bernal ha sumido a la nación entera en una mezcla de sentimientos de tristeza, indignación y miedo, este último por la incertidumbre de la población al no saber cuándo se producirá el próximo. En medio de la conmoción nacional es necesario ir más allá de los comentarios tendenciosos que se regodean en medio de la tragedia y que nunca faltan en estos casos.
Con pena y resignación vivimos una época en donde la tecnología, con todas sus ventajas, se presenta como un elemento tóxico que contamina todas las aristas y caminos que conducen al esclarecimiento de los hechos. En el caso del Ecuador, por ejemplo, tenemos 18 millones de “periodistas”, 18 millones de “camarógrafos” indolentes, 18 millones de “medios de comunicación” móviles y para rematar, 18 millones de “fiscales y jueces” que inundan las redes sociales de análisis, acusaciones, conclusiones, y sentencias, que imponen relatos a priori, con la intención de posicionar argumentos, casi siempre,sin contrastar la información, sin la certeza de que existan suficientes fundamentos para ello.
La polémica no debe centrarse en la tipificación del delito, ese análisis y conclusión estará a cargo del sistema judicial, de los elementos de convicción que se presenten y de la formulación de cargos correspondiente. En el proceso, con seguridad, aparecerá un concurso de delitos que deberán ser probados, tal como manda la ley. Para el caso de la calificación de crimen de estado,las cortes internacionales tienen la última palabra.
Sin duda, hay una responsabilidad objetiva estatal que aparece por varios hechos, todos vinculados a negligencia, acciones y omisiones que luego de las investigación, desembocarán en el señalamiento de autores, cómplices y encubridores, pero ciertamente no se puede generalizar y prender el ventilador para enlodar indiscriminadamente, hay policías que lo son por convicción, son buenos profesionales y tienen un elevado concepto del honor, que visten el uniforme con dignidad, ellos y sus familias merecen respeto.
El execrable hecho, ciertamente pone en evidencia las fallas deformación que tiene la institución policial, pero también hay que decir que, lamentablemente todo está íntimamente ligado a la degeneración y falta de códigos y valores de la sociedad actual, de un machismo atávico que avergüenza, de una brutal violencia de género que no cesa, de la corrupción rampante que campea a todo nivel, los innumerables conflictos en casi todas las instituciones del estado son una muestra de ello.
Frente a la atrocidad, la solución no es pintar las paredes de color violeta, romper vidrios o ponerse mariposas en las solapas, tampoco volar cabezas a diestra y siniestra para aplacar la justificada ira popular, pues la manía de hallar culpablesinmediatamente, sin la certeza de que lo sean, no resolverá la crisis, la agudiza, hay que pensar y repensar para plantear soluciones integrales que ataquen la raíz del problema, para que las historias no se repitan. Es hora de proponer una profunda reforma de la doctrina policial y revisar los parámetros de admisión, instrucción, operación y mando, los paliativos serán parches que únicamente van a satisfacer la vindicta pública.
La criba y depuración de la Policía Nacional deberá ser objetiva, estricta, justa, pero sobre todo ética y decente, solo de esa forma la sociedad ecuatoriana podrá dormir en paz, solo así los noticieros y primeras planas de la prensa dejarían de reseñarnoticias sobre tráfico de influencias, sobornos, narcogenerales, coimas, malos manejos financieros y un largo etcétera. Queda claro que, ésta es la oportunidad para mantener y promover a los buenos oficiales, que los hay, ahora es cuando se debe separar a los contaminados y sentar precedentes de una vez por todas, sin dejar el menor espacio para la impunidad.
Dato mata relato y las estadísticas configuran la necesidad urgente de un real debate nacional, urge acabar con la escandalosa y alarmante tolerancia de la violencia de géneroque. muchas veces, termina en femicidios, cuya perpetración en lo que va del año 2022, supera los 200, cifra a la que se debe sumar 1558 muertes violentas de mujeres desde 2014, espeluzna saber que el 60% de los ecuatorianos acepta y está de acuerdocon la idea de que los conflictos de pareja solo son de su incumbencia y nada más hay que grabarlos.
Las agresiones de cualquier tipo, nos debe importar a todos, la indiferencia es complicidad, las interpretaciones antojadizas, tendenciosas o ideológicas no caben. La simpatía o antipatía por instituciones y gobierno no deben estar en el medio del análisis, se trata de pensar y actuar con equilibrio y racionalidad, aprovecharse de las circunstancias de cualquier forma es, por decir lo menos, despreciable.
Las autoridades han pedido perdón y esta bien que lo hagan, pero no es suficiente, las medidas que se adopten deberán tener un puntual seguimiento, porque hay familias con el corazón destrozado, asesinos sueltos, instituciones debilitadas y una nación desgarrada a la espera de justicia.
Descansa en paz María Belén Bernal…