La tarde del 5 de agosto de 1949, el Ecuador sufrió uno de los peores terremotos de su historia. El sismo tuvo un rango de 6,8 grados Richter y su epicentro estuvo en la población de Pelileo. La ciudad de Ambato y muchas poblaciones fueron destruidas. Y el número de muertos alcanzó los seis mil.
Ante la urgencia, la Fuerza Aérea Ecuatoriana estableció un puente aéreo entre Ambato y Quito y otro entre Ambato y Guayaquil, para movilizar rápidamente la ayuda a los damnificados. También empezó a llegar la ayuda de países amigos, el primero de los cuales fue la Argentina, que el 8 de agosto anunció el envío de ayuda por vía aérea.
El 10 llegó a Guayaquil el primer avión argentino, fletado por la Fundación de Ayuda Social Eva Perón, trayendo vituallas, mantas, ropa, medicinas y artículos sanitarios. Al día siguiente salieron desde Buenos Aires otros aviones con ayuda. Eran tres Douglas C-54 de la Fuerza Aérea Argentina, que llegaron a Ambato haciendo escalas en Chile y Perú. El 3 de septiembre llegaron al Ecuador otros dos aviones argentinos con ayuda. En total, Argentina envió 25 toneladas de suministros, 7 médicos y varias enfermeras.
Hubo más. El presidente Galo Plaza solicitó al gobierno de Perón que le permitiera utilizar los aviones argentinos para fortalecer el puente aéreo entre Ambato y Guayaquil, lo que fue concedido y permitió movilizar la ayuda para la zona devastada. Allí habían desaparecido las carreteras y caminos, al punto que, en algunos sitios, los rescatistas y paramédicos debieron saltar en paracaídas.
Los aviones argentinos volvieron a su país a fines del mes siguiente. El 26 de septiembre, tras vivir una emocionante despedida, partió de Quito el avión Douglas C-54 LV-ABI, llevando 20 pasajeros del equipo médico argentino y 5 tripulantes. Su llegada a la base aérea de Morón, cerca de Buenos Aires, estaba programada para las 5 de la tarde y entre quienes lo esperaban estaba Eva Perón. Pero el avión sufrió un incendio y tuvo que aterrizar de emergencia en un sitio cercano, en lo que murieron los copilotos Norberto Fernández Lorenzo y Juan Gregorio Torrealday, así como Amanda Allen, jefa de enfermeras de la Fundación Eva Perón; y Luisa Komel.
Conmovida por la ayuda recibida, la sociedad ecuatoriana expresó su gratitud a Eva Perón. La CTE la proclamó “Ciudadana de América”, el 11 de septiembre de 1949. Y el Gobierno Nacional la condecoró con la Gran Cruz de la Orden Nacional Al Mérito, por pedido de la Cruz Roja Ecuatoriana y la Fundación Internacional Eloy Alfaro. La medalla le fue impuesta por el embajador Alberto Puig Arosemena, en solemne ceremonia realizada en la Casa Rosada, en Buenos Aires, el 19 de octubre de 1950.