Etimológicamente eutanasia significa “la buena muerte”. Se refiere a inducir la muerte por piedad. El tema es polémico, de actualidad y debe ser tratado con frontalidad y responsabilidad.
La muerte es un fenómeno biológico indefectible. Llegará tarde o temprano. Podría ser súbita o podría ser en forma larvada, agobiante, con sufrimientos terribles. ¿No es acaso justo el cumplir con el deseo de morir que expresa el que sufre dolores horrendos o el que padece la percibida humillación de no poder asearse o comer o funcionar apropiadamente? ¿Acaso por someternos a condicionamientos religiosos debemos ignorar el clamor de quien desea morir aún cuando aquella persona sea creyente? Más aún, se debe entender que tan descomunal es la zozobra, la desesperación o el dolor, que resulta mayor el padecimiento que la convicción religiosa de la persona que solicita terminar con su vida. Algunos países han legalizado la eutanasia como un principio de empatía y solidaridad con el desdichado ser humano que padece lo indecible. Son países que han tenido la sensibilidad de entender, por un lado el principio de autonomía del paciente y, por otro lado, que en un Estado laico, las leyes no pueden estar condicionadas por creencias o mandatos religiosos.
Se ha demonizado, injustamente a mi parecer, a los médicos que están de acuerdo con la eutanasia y a aquellos que la ejecutan. Se ha dicho que faltan a su deber de proteger la vida. La verdad es que uno de los mandatos de los códigos jurados por los médicos afirma que “el bienestar del paciente será mi primera prioridad”. ¿Acaso el cumplir con el desesperado pedido del paciente de terminar con su suplicio no contribuye a su bienestar?
Actualmente, la eutanasia es ilegal en Ecuador. Es legal en Países Bajos, Bélgica, Australia, Luxemburgo, Colombia, España y algunos estados de los Estados Unidos de América. Cuando en España, por ejemplo, se realizó encuestas a la población respecto a la eutanasia, más del 85% se pronunció favorablemente, considerándola un acto de piedad. La medicina no puede evitar la muerte y, aunque los cuidados paliativos, en enfermos terminales o no terminales pero incurables y con deterioro progresivo pueden atenuar el dolor, hay situaciones en las que el dolor es incontrolable y mucha situaciones en las que, aún sin dolor, la calidad de vida es tan mala que la existencia se torna denigrante.
El tema de la eutanasia es serio, ciertamente trascendental y debería motivar un debate sustancial, sin demagogia, con objetividad para que sea considerado en la legislación nacional.