Publicidad

Ecuador, 05 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

Estela, la mujer del pañuelo blanco

13 de octubre de 2015

La libertad y el respeto a los otros(as) son elementos esenciales para una adecuada convivencia social. Esto, en circunstancias de una plena expresión democrática. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 2) se establece: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier condición”.

Sin embargo de esta proclama y de permanentes intentos por alcanzar la concordia y la coexistencia pacífica han existido momentos en la historia de las naciones en donde se han quebrantado tales postulados. Tal es el caso en Argentina, en la sangrienta dictadura entre los 70 y 80 -décadas de horror-, en donde se implementó el denominado Plan Cóndor. Aquel período represivo trajo como secuela a más de 30 mil desaparecidos, en un régimen militar violento e intolerante. Ante ello, surgieron voces de protesta, de reivindicación de la ternura, de dignidad ante el oprobio. Una de ellas es la de Estela Barnes de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, quien ha venido enarbolando la búsqueda incesante de hijos y nietos, en un válido intento por revelar las identidades de seres que fueron despojados de sus padres naturales, por un sistema autoritario que silenció los ideales de la juventud de aquel tiempo.

Estela de Carlotto -quien estuvo hace poco en Quito, participando en el II Encuentro Latinoamericano Progresista ELAP- enarbola como bandera de lucha su inquebrantable postulado a favor de la vida, a partir de su experiencia particular ante la detención y muerte de su hija Laura, por directa intervención militar. De ese lamentable suceso queda la llama viva de su nieto (Ignacio Montoya Carlotto), apenas reencontrado en agosto de 2014.

Estela, junto con otras mujeres valerosas -madres y abuelas-, rompió el cerco del miedo y a través de la organización social exigió transparencia y mayor compromiso de los estamentos oficiales. Aquella posición le hizo golpear puertas, buscar datos, hurgar archivos, exigir respuestas. Todo, por el objetivo de transparentar los hechos de las víctimas del terrorismo estatal.

Su denodado esfuerzo en pos de los derechos humanos es un ejemplo a replicar, como mecanismo que propenda a fortalecer nuestras democracias. Esto, además conlleva a la construcción de la justicia social. Su trajinar significó dejar a un lado el silencio y pugnar en contra del olvido. Esto lo ha convertido en una activista por las causas sociales, y por la ansiada paz de los pueblos.

El cineasta Nicolás Gil Lavedra dirigió la película Verdades verdaderas, que narra la historia de esta incansable mujer, cuyo pañuelo blanco encima de su cabellera simboliza la búsqueda de esa verdad que, aunque dolorosa, forma parte de la memoria colectiva argentina. (O)

Contenido externo patrocinado