Me inclino reverente ante el legado extraordinario, de un ecuatoriano extraordinario, ante un hombre de bien, ejemplo de lucha y de profundos valores democráticos. Mi homenaje a usted, Dr. Julio César Trujillo, nos deja su ejemplo de vida, su ejemplo de guerrero, en vida lo entregó todo, no dudó ante el dilema; el deber o la vida y entregó su vida en el cumplimiento del deber. Ecuatoriano grande que hiciste lo que tenías que hacer sin esperar nada a cambio. Ni ladrón ni dictador. Ni ocioso ni haragán.
Apareciste en el momento exacto para regresarnos a la civilidad, a la decencia: nos devolviste la confianza en nosotros mismos y contigo regresó el orden y el respeto a los derechos humanos y el respeto a la vida misma. Contigo se va el mar y la fuerza de la vida. Sin ti nuestra democracia es menos y está herida.
Llora nuestra bandera, la ausencia del militante de la democracia quien un día se levantó y de pie se dispuso a cumplir con su deber de patriota: devolvernos la democracia y lo hizo: este ciudadano honorable sí cumplió: puso a su patria, el Ecuador primero y murió ofreciéndose como mártir para que los valores de la democracia se cumplan y nunca más sean amenazados por dictadores y vulgares.
Enfrentaste al correísmo y lo venciste. A paso de ganador has descendido al sepulcro que la patria honra designándose “inmortal” de nuestra democracia. Mis palabras son el corazón mismo de la patria; ciudadano inspirado y que inspiras; ecuatoriano orgullo nuestro. Tu vida es un tributo al sacrificio de los y por los ideales democráticos. Eres vela encendida ante el altar de la patria.
Cuenta ahora toda tu vida. Nada pudo contigo, te fuiste cuando tenías que irte y punto. Viejo querido y amado, un día te pregunte, aquí en Guayaquil: “es la vida o el deber”. Me dijiste: “es el deber en la vida”. Este hombre cumplió y su nombre inmortal es: Julio César Trujillo. Salve y honor.
No te olvidaremos y te juramos continuar en la lucha por la patria y nuestros valores democráticos. No dejaremos, no permitiremos que el dictador regrese. Tu vida la ofreciste luchando contra el correísmo, continuaremos tu posta. Ni una consideración al correísmo. No te olvidaremos querido viejo; honorable en vida y honorable ante la muerte. (O)