A paso lento, a veces sin una lógica adecuada, pero están llegando las vacunas para el Covid-19 a los diferentes países, y también al Ecuador, de marcas y procedencias distintas, a las diversas provincias del país. Hay demoras, problemas en la selección de los lugares e, con la edad de las personas a las que se aplica la vacuna, a manera de una especie de tabla de salvación frente a un virus contagioso y letal, que ya ha causado la muerte de más de tres millones de personas en todo el mundo.
La desesperación de muchos por obtener la vacuna, como un pasaporte a la vida, pone en riesgo la organización de la vacunación, que debe ajustarse para inmunizar primero a los profesionales y trabajadores que se encuentran en la primera línea de peligro por su contacto permanente con las personas que han sido infectadas y a quienes deben atender, nos referimos a los médicos, a las enfermeras, al personal de servicio en los hospitales, en los centros de salud.
También se habla de la necesidad de vacunar a las personas que se encuentran en los ancianatos, en los asilos en donde el riesgo es mayor, tanto por la edad como porque se encuentran juntas personas que podrían presentar mayor fragilidad; ya se han registrado casos clamorosos de contagio y fallecimiento de buena parte de las personas que se encuentran en los asilos, por lo que deben agotarse todos los esfuerzos para que los ancianos sean vacunados. Sabemos que hay centros de este tipo a donde no han llegado las jornadas de vacunación.
Las fuerzas del orden deben ser vacunadas, así como los odontólogos, cuyo escenario de trabajo es precisamente la boca, foco de transmisión de la enfermedad. Y qué decir de los maestros, cuya vacunación también es prioritaria si se quiere volver a la normalidad y a la reapertura de clases.
Y luego vendremos los otros, me imagino que se tomarán las décadas en orden cronológico, de tal manera que se vaya integrando a toda la población. El gobierno habla de la llegada de veinte millones de dosis de las vacunas, para inmunizar a diez millones de ecuatorianos. Esperemos que las expectativas y las cifras se cumplan.
Mientras más se acelere en el sistema de vacunación y se ponga énfasis en la eficiencia de la provisión de las mismas, más temprano saldremos de la recesión, ya que la economía, en los actuales momentos, depende en buena parte de que los países vacunen a su población. No será de extrañar que de aquí a poco, un requisito para viajar, para ser admitido en un país determinado, va a pasar por la demostración de que ha sido vacunado.
La necesidad de organizar de mejor manera la vacunación, contando con el apoyo de las autoridades locales, las universidades, los institutos tecnológicos, es algo clave, a lo que hay que destinar esfuerzos y recursos, pero sobre todo capacidad de liderazgo y honestidad, para que las cosas funcionen bien y no se tengan que lamentar más contagios, fallecimientos, salas de hospital desbordadas, lágrimas y angustias de tantos ecuatorianos.