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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

Estado fallido

01 de mayo de 2022

Los ecuatorianos recorremos las redes sociales, noticieros matinales y nocturnos, en una suerte de zapping macabro y sangriento. En las pantallas aparecen asaltantes capturados, delincuentes condenados pero libres, otros presos sin condena y masacrados, flagrante mal uso y abuso del derecho, asesores y abogados avivatos, padres y madres indignados en protesta por niñas violadas ante la impasible actitud de las autoridades. Estamos, sin duda, frente a una sociedad en franca decadencia.

Cuando algunos agentes de la ley y el orden aparecen sorprendidos en jugadas turbias, en medio de ingentes sumas de dinero mal habido, cuando se encuentra a miembros de las Fuerzas Armadas, defensores naturales de nuestra soberanía, en medio de un escándalo de piramidación de capitales, usura y crímenes sin explicación, estamos frente a un trepidante estado de descomposición social.

Cuando los delincuentes armados hasta los dientes exigen y amenazan desde sus celdas, los corruptos son ídolos que presumen los frutos del robo y la incorrección, llegando al colmo de ser aceptados y reconocidos socialmente, se ha desatado un aluvión que, aguas abajo solo será un repugnante albañal.

Cuando se judicializa la política, se politiza la justicia y nadie se encuentra a la altura de las circunstancias y ni por asomo o casualidad se demuestra preparación o sensibilidad, menos inteligencia, estamos inmersos en una compleja espiral de un solo sentido descendente.

Cuando los recursos y acciones legales normalizan la impunidad y la rastrera habilidad de los roedores de la justicia, obtiene triunfos a diestra y siniestra, dejando el claro mensaje de que vendrán tiempos peores, definitivamente estamos ante un estado fallido.

Nos queda buscar desesperadamente y con urgencia, soluciones que por obligación tienen que ser integrales, jamás unívocas. Porque nos enfrentamos a una hidra que se reproduce a conveniencia y se mimetiza con cada medida que se adopta contra ella.

La educación como vía es una salida, las reformas legales son otra, pero indudablemente lo que quiera implementarse, tiene que hacerse con decisión y firmeza, en caso contrario hay que prepararse para apagar la luz y bajar la Lanfor que, dicho sea de paso, ya está a medio cerrar.

La pregunta que surge inmediatamente es: ¿hemos perdido la capacidad de asombro? 

Si honestamente la respuesta denota que ya nada nos asombra o nos afecta, la bajamos por completo en medio de la oscuridad. Pero si nos causa sorpresa lo que sucede y nos duele el país por todo lo que acontece, entonces hay que activarse, desempolvar armaduras y librar la batalla por la Patria, todos desde nuestras trincheras con la esperanza por bandera, pues es lo único que no han podido robarnos todavía…

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