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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

“No estaba muerto, estaba de parranda”

19 de mayo de 2022

En ritmo flamenco, el cantante del tablado, Pedro Pubill Calaf, conocido artísticamente como Peret, incendiaba las fiestas con la canción el Muerto Vivo. La letra rezaba … “A mi amigo Blanco Herrera le pagaron su salario/Y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo/ Una semana de juerga y perdió el conocimiento/Como no volvía a su casa todos le daban por muerto… Y no estaba muerto, no, no/Y no estaba muerto, no, no…”.

Ayer por sus declaraciones, el vicepresidente Alfredo Borrero hizo saber que no había estado muerto. Al cumplir un año de gobierno hizo escuchar su voz como segunda autoridad del Gobierno y como médico. Es decir, del funcionario que debería de estar dando línea y rectoría en la salud del Ecuador.

Habló muy claro. Reconoció que está frustrado, ya que el sistema de salud “sigue enfermo” a un año de la gestión del gobierno. 

Este reconocimiento supone mostrarse de acuerdo que, para empezar, que los hospitales públicos tienen déficit de equipos e insumos médicos; bodegas vacías y en el mejor de los casos abarrotadas de medicinas genéricas adquiridas con sobreprecios y caducadas; desabastecimientos de medicamentos esenciales para cirugías y terapia intensiva, y, por si fuera poco, turnos y filas de espera prolongados, robos y fraudes.

A la crisis de los hospitales públicos se suma la del IESS. Comparten los mismos problemas que los hospitales públicos: deuda gubernamental acrecentada e impaga en el gobierno de Correa; un sistema desfinanciado agravado por la atención a los hijos y cónyuges de los afiliados; superlativos tiempos administrativos para la jubilación.

Son varios los médicos que comentan que les han ordenado demorar los tiempos para aplicar el pago de subsidios por el tiempo de incapacidad por COVID. Les han ordenado no realizar gasometrías más de una vez al mes por falta de insumos. Les han ordenado demorar y si es posible, no reconocer jubilaciones por enfermedad o incapacidad.

Durante la campaña, el presidente Guillermo Lasso le encargó al vicepresidente el diseño y el manejo de la estrategia para enfrentar a la pandemia del COVID. Cumplió el cronograma establecido. El Gobierno se posicionó, pero se quedaron dormidos en los laureles. Descuidaron la acumulación y aprovechamiento del capital político y social obtenidos. Pudieron hasta haber jugado la única carta que les hubiera posibilitado lograr la gobernabilidad: la muerte cruzada.

Sin embargo, Lasso envió a Borrero a la sombra del banco de suplentes. Pero con las declaraciones de ayer, ejerció un acto de trasparencia que tanta falta le hace al presidente. Al mismo tiempo que el Primer Mandatario falseaba la verdad diciendo que habían vendido un avión a Colombia, Borrero hacía un mea culpa respecto a la crisis del sistema de salud en el Ecuador.

Cuando dijo que "ya no pueden seguir echando la culpa a los otros", algo se le olvidó precisar a Borrero. Pues los otros a los que se refiere están gobernando el mismo Ministerio de Salud. Los mismísimos decisores responsables de la política de salud del correísmo.

Ayer quedó claro que Borrero no estaba muerto, sino que estaba de parranda.

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