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El Telégrafo
Geovanny Vicente Romero

Esclavitud siglo XXI

07 de diciembre de 2017

A lo largo de la historia, la servidumbre ha adoptado diferentes versiones. El problema es que en la actualidad la tenemos en sus formas tradiciones como en otros nuevos esquemas. El trabajo forzoso y el matrimonio forzado son modalidades de lo que se conoce como “esclavitud moderna”, donde la víctima no puede abandonar sus responsabilidades producto de las amenazas, engaños y abuso de poder.

La esclavitud es tan antigua como la llamada profesión más antigua del mundo,  en esta última se cae por decisión propia, necesidad o a la fuerza, mientras que la esclavitud per se es un flagelo que generalmente está fuera del control de la persona que lo sufre. La realidad es que en ambas situaciones estamos hablando de lo mismo. La explotación sexual por un proxeneta constituye una forma de esclavitud y no es tan nueva que digamos.

A lo largo de la historia, la servidumbre ha adoptado diferentes versiones. El problema es que en la actualidad la tenemos, tanto en sus formas tradicionales como en otros nuevos esquemas. El trabajo forzoso y el matrimonio forzado son modalidades de lo que se conoce como “esclavitud moderna”, donde la víctima no puede abandonar sus responsabilidades producto de las amenazas, engaños y abuso de poder.

En la actualidad, el crimen conocido como la trata de personas es considerado la esclavitud del siglo XXI. De acuerdo a datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), el porcentaje se ha duplicado entre 2004-2014. En África Subsahariana, América Central y el Caribe, más del 60% son niños.

Para los sirios la situación empeora, pues desde el inicio de la guerra este fenómeno va en aumento. No es casualidad que las regiones más pobres del mundo sean las más afectadas, como tampoco sorprende que los refugiados sean un colectivo significativamente vulnerable a la trata.

Según la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNODC), aunque el porcentaje de hombres va en aumento, las mujeres y niñas constituyen la mayoría, con 51% y 20%, respectivamente. En cuanto a los traficantes, la cifra aumenta para los hombres, quienes representan el 63%; en la mayoría de los casos pertenecen al mismo país de la víctima y hablan el mismo idioma, lo que crea confianza... (O)

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