Algunos analistas han concluido que el proceso electoral de la consulta popular nos permitió visibilizar a los potenciales actores políticos de cara a las elecciones del 2013. Fue evidente, por las particularidades de este proceso, la presencia de dos sectores, el del oficialismo liderado por Correa y el de una oposición que, debido a estar conformada por diferentes ideologías e intereses, no permite definir un liderazgo capaz de ser una alternativa para las próximas elecciones.
Por un lado está Correa, quien a pesar de haber expresado su deseo de no participar, es posible que opte por la reelección, pues es notorio que Movimiento PAIS sin Correa no tendría la hegemonía y fuerza actual, además de que -según dice el Presidente- para que este proyecto político se consolide, necesitaría por lo menos 10 años de gobierno. Pero para ello hay que tener en cuenta tanto su estilo gubernamental que ha generado frentes por doquier, como el reto que le impone mejorar sustancialmente los temas trascendentales de seguridad, justicia y empleo, ya que del logro de resultados positivos y visibles depende mucho su credibilidad.
La ventaja aparente que tendría Correa es que, luego de cinco años, los grupos de oposición no han sabido descifrar la fórmula para consolidarse e involucrar a sectores de la ciudadanía para organizar un gran movimiento social que apuntale un proyecto político capaz de constituirse en alternativa eficaz. Las diferencias ideológicas opuestas que hay entre ellos impiden pronosticar probabilidades de éxito en esta tarea. Tampoco se podría descartar en el mediano plazo el surgimiento de grupos que presenten al país la alternativa de la “tercera vía”, alejados de los extremos ideológicos y más cercanos a la centro-izquierda, que les permita continuar con el proyecto político de PAIS, promoviendo una gran reconciliación nacional, o bien logrando agrupar sectores menos radicales de izquierda y derecha.
Por lo visto en los próximos días y a diferencia de lo que algunos aspiraban, el Gobierno, en vez de bajar el tono, radicalizará aún más la implementación de su proyecto en temas sensibles como las leyes de comunicación, aguas, tierras y minería, que generarán desencuentros con ciertos sectores; ello puede traer un desgaste al régimen que, a su vez, también dependerá de los resultados en empleo, seguridad y justicia, ya que, de no ser buenos, existiría tierra propicia para que germinen nuevas alternativas de liderazgos.