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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

¡Es el inicio!

17 de mayo de 2021

“Antecedente”: el ciudadano Freddy Carrión Intriago, quien ejerce la titularidad de la Defensoría del Pueblo del Ecuador se encuentra envuelto -conjuntamente con dos personas más, siendo una de ellas de sexo femenino- en una situación dolorosa, delicada, complicada y de consecuencias políticas y hasta penales: la Fiscalía de la nación dio a conocer que ha tomado procedimiento, levantó indicios, asistió a la víctima y solicito al país se propenda a proteger los derechos de la víctima y no incurrir en la revictimización; mientras que el legislador Fernando Villavicencio notificó a su colega Guadalupe Llori, quien es la flamante presidenta de la Función Legislativa (Asamblea Nacional), su intención de preparar la documentación para llevar acabo el enjuiciamiento político en contra del ciudadano Carrión, en virtud de que (esgrimió): “El país entero absorto, condena el censurable comportamiento del Defensor del Pueblo (…) ante un delito execrable de presunta violencia sexual en el que estaría involucrado el precitado Defensor”.

Intencionalmente ubiqué las comillas dobles al inicio dado que aquellos hechos que se han suscitado en nuestro país, caracterizados por violencia (sea verbal, física, psicológica, sexual… por mencionar algunas de las manifestaciones) contra personas (niñas, niños, mujeres e incluso transexuales) no son nuevos. Me atrevo a decir que siempre han estado. Debo saludar las palabras del presidente electo Guillermo Lasso quien se ha comprometido a trabajar para mitigar y trazar el camino para erradicar cualquier tipo de violencia, pero, como lo leí públicamente horas atrás: la violencia es poco cortés al momento de “tomar cuerpo” en quienes son parte de algún nivel socioeconómico, o si se es persona del sector privado o público

Me llamó mucho la atención que un jurista en su cuenta Twitter se refirió al tema, indicando (parafraseo): “no hablo sobre machismo, misoginia y violencia porque lo soy, y fui violento… me abrazo en el círculo de terapia y lectura, pero y me callo por ese ‘mea culpa’”. No me asombré, pro criticarlo o condenarlo ¡No! Sí –destacando su sinceridad– porque probablemente a más de uno (incluyéndome) removió la señora conciencia (como lo dice Monseñor Antonio Arregui) y que incitó a cuestionarse: “¿Califico?”. La ira es sumamente peligrosa, nos lleva a lastimar y herir a nuestra familia (los progenitores, a la cabeza) a nuestras amistades o con quienes hemos establecido lazos sentimentales. En lo que a mí respecta, lo reconozco. Lo dije también (sin miedo): necesitamos terapia, sin dilaciones. Y añado: a quienes han sido y son víctimas: en nombre de los victimarios, pido perdón. No es suficiente, pero es el inicio; e inmediata enmienda.

Volviendo al caso que nos ocupa, recuerdo el filme “Casino Royale”, donde “M” decía que si alguien en el pasado “… cometía un acto vergonzoso, tenía la decencia de renunciar”. Mensaje a García para la autoridad que nos ha escandalizado.

En fin, nunca dañar a nadie; jamás.

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